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Sé quien soy y me gano la vida como ilustrador profesional

Sé quién soy y me gano la vida como ilustrador profesional

Las 9 reglas de oro del ilustrador profesional. Escritas y publicadas por APIM (Asociación Profesional de Ilustradores de Madrid). En los próximos videos vamos a ir hablando y comentando las 9 reglas que todo aquel que quiera dedicarse a la profesión de la ilustración debería tatuarse en la memoria. En esta primera parte se comentan los puntos #1 Sé quien soy y #2 Me gano la vida. Parecen muy obvios pero para nada lo son.

Hola a todos y bienvenidos a un nuevo capítulo de Ilustrando Dudas Express. Respuestas rápidas a preguntas frecuentes sobre ilustración.

En los próximos videos vamos a tratar una serie de temas de los que habla un artículo super interesante escrito por APIM, la Asociación de Ilustradores de Madrid, que se llama: “Las nueve reglas de oro del ilustrador profesional”.

Toca muchos temas que son muy, muy importantes. Temas que tendremos que tener tatuados en el cerebro a partir de ahora si queremos dedicarnos a esto. Así que en cada video iré hablando de uno o dos puntos de ese artículo. Igualmente os recomiendo que lo leáis entero porque es una pasada, es genial. Son cosas que tenemos que tener siempre presentes.

El primer punto es: “Sé quién soy”. ¿Esto qué significa?. Pues significa que tenemos que saber que como ilustradores somos autores, es decir, al ser autores nos protege la Ley de propiedad intelectual. Lo cual implica que nuestro trabajo es personal y original, y por tanto tenemos que responder por nuestro trabajo, por la obra que generamos, así que mejor no hacer nada que vaya en contra de nuestros principios como personas y que tampoco atenten nunca contra los derechos de otros autores.

Por ejemplo, ¿Qué pasa si vosotros estáis en contra de que en los zoológicos utilicen animales para entretener a la gente? y os piden un cuento sobre lo felices que están los animales en el zoo. No tendría mucho sentido que lo hicierais. Obviamente siempre hay que tener en cuenta y sopesar el tema de sobrevivir y de comer. Pero pensad que toda la vida esa obra va a estar vinculada a vosotros, y por tanto, si de verdad estáis en contra del maltrato animal y habéis hecho un libro en el que los animales están super felices en el zoo pues no tiene mucho sentido.

Esta parte es muy importante porque como ilustradores al hacer ese trabajo personal y original, tenemos la posibilidad de contar y compartir nuestras creencias y principios a través del trabajo que realizamos. Entonces si queremos defender que no se maltrate a los animales tenemos que hacer ilustraciones que defiendan eso.

¿A qué nos referimos cuando decimos que no debemos atentar contra los derechos de otro autor?. Una cosa muy habitual cuando empezamos, es que cuando no tenemos el estilo muy definido, nos piden que hagamos el trabajo similar al de otro ilustrador, pero eso básicamente significa plagiar. ¿De verdad queremos que alguien venga y nos diga: “Uy, tu trabajo es igualito al de Oliver Jeffers”?. Pues no, porque nosotros tenemos que definir nuestra manera de hacer, y obviamente puede suceder que nuestro trabajo se parezca mucho al de otros ilustradores, pero lo que no podemos consentir es que alguien nos diga: “Oye mira, es que nos gusta mucho este estilo de este ilustrador, pero hemos pensado que a lo mejor tú podrías hacer algo similar…”. Pues no. Para eso está nuestro portafolio, para eso mostramos nuestro trabajo y por esa misma razón nos contratan.

Así que es muy importante que por comer, o por hacer un primer encargo, no hagáis algo que vosotros realmente no haríais. Porque luego, vais a hacer ese trabajo y ni lo vais a querer enseñar en vuestra web, ni nada de nada. Y sobre todo, que nos tenemos que respetar los unos a los otros.

El segundo punto es: “Me gano la vida”.

¿Por qué decir algo tan obvio como que todos nos queremos ganar la vida con la ilustración?. Pues porque al estar convirtiendo algo que es una afición en nuestra profesión, muchas veces nos cuesta poner esos límites entre una cosa y otra. Perfectamente podemos estar dibujando porque nos apetece y eso es un momento muy distinto a cuando estamos dibujando por trabajo. En el momento que tenemos claro que hemos convertido esa afición o vocación en nuestro trabajo, significa que como profesionales que somos vamos a realizar un trabajo a cambio de una retribución económica. No debemos trabajar gratis. ¿Por qué?. Porque todo el que quiera publicar nuestras imágenes lo hace porque quiere beneficiarse económicamente de ello. Ya sea de una maner o de otra, da igual. Nadie nos va a hacer un favor, nadie nos está haciendo un favor. Todo el mundo mira por sus propios intereses. Y nosotros tenemos que hacer lo mismo.

A menos que sea un proyecto en el que vosotros de verdad queréis colaborar gratuitamente porque es sin ánimo de lucro, es un regalo para un amigo… Ahí vale, pero tenéis que sopesar muy bien.

Hay una cosa que me explicó un profesor que a mí me pareció super importante a la hora de sopesar si hacemos un trabajo gratis o no. Muchas ONG´s le han pedido que colabore gratis, y él lo primero que pregunta es: “¿Todo el mundo lo va a hacer gratis?, ¿Todas las personas que forman parte del proceso de creación de esta ilustración van a trabajar gratis?”. A veces le dicen que si, porque la impresión, por ejemplo, la patrocina una imprenta, el diseñador que lo va a maquetar lo va a hacer gratis, el producto nos lo ceden…

En cambio otras veces le dicen que no, que van a pagar la imprenta, el maquetador… sólo a ti te estamos pidiendo que lo hagas gratis. En ese caso deberéis cuestionaros por qué tenemos que ser los únicos pringados que no cobramos.

Todo esto está muy relacionado con el sentido de la profesionalidad. El sentirnos profesionales. Digamos que la gente que trabajan con los ilustradores se aprovecha de esas inseguridades que todos tenemos al empezar por tener que defender algo que sale de nosotros. Es muy difícil que cuando intentamos vender algo tan personal, tengamos la seguridad 100% de que valemos lo que valemos, de que somos profesionales, de que somos capaces de ofrecer un trabajo válido y que está bien, y que resuelve las necesidades de quien nos lo pide.

¿Cómo podemos solucionar esto?. En primer lugar teniendo claro que somos profesionales, que somos capaces, que lo hacemos lo mejor que podemos, y que nos merecemos lo que queremos cobrar a cambio.

Quiero compartir con vosotros una experiencia personal porque yo lo he sufrido y en el momento en el que hice ese cambio de chip, viví una realidad completamente distinta y para mi fue revelador. Yo al principio era igual de insegura que todo el mundo, porque incluso ahora me considero una ilustradora que le queda mucho por aprender, por mejorar y evolucionar. Así que al principio era muy insegura. Siempre me estaban contratando como favor, que si a mi no me proponían dejar nada por escrito, ¿Cómo iba yo a plantearlo? o ¿Cómo les iba a pedir eso, con qué cara?, sí quería cobrar más, ¿Cómo lo iba a negociar?. Por estos miedos, siempre tenía una actitud conformista, de que todo estaba bien, de “lo que tu me digas, lo que mandes”… tratando al cliente como si fuera un ser superior, cosa que nunca hay que hacer. Después de un tiempo de comportarme así, y de que me fueran saliendo cosas mal pagadas, sin tener las condiciones por escrito, me salió un encargo bastante largo en el que iba a cobrar 1200 euros, que luego por hacer un trabajo ampliado iban a ser 1500.

Pues por no haber escrito nada, y haberme comportado como una novata y pipiola, me dejaron a deber los 1500 euros y desaparecieron. Les perseguí y les acosé, pero no conseguí nada.

Y ni siquiera sabía, a nivel legal, cómo podía pelear eso. Cuando ya decidí ponerme las pilas y preguntar, había pasado tanto tiempo que ya no podía reclamar nada. Entonces ahí decidí que nadie me volvería a tratar de esa manera, porque me dí cuenta de que la culpa había sido mía. Así tomé la decisión de que antes de ningún encargo me iba a informar, iba a saber de lo que estaba hablando, iba a crearme estrategias para poder negociar, iba a hablar de una manera seria y correcta, para que desde el primer momento el cliente me respetara, y le iba a tratar como igual.

Sí después de ésto él no aceptaba mis condiciones le diría que no. Que no. Porque si, hay que comer, pero os juro que prefiero trabajar de monitora con niños ,que es lo que hacía mientras estudiaba, a aceptar condiciones de mierda, a darme cuenta de que el cliente no me respeta, y que hace conmigo lo que quiere. ¡No!, ¡ya no!.

Entonces, en el momento que empecé a hablar de manera profesional, a establecer las cosas por escrito, a negociar las condiciones ,diplomáticamente y de buen rollo siempre, a explicar a los clientes cuando no entendían cómo era nuestro proceso de trabajo para que supieran cómo funcionamos y no me hicieran faenas como pedirme cambios a última hora cuando ya estaba todo el trabajo hecho. Todos estos cambios hicieron efecto. Funcionaron mejor de lo que me esperaba, y eso me hizo darme cuenta de lo tontos que somos al principio. Que por mera inseguridad dejamos que nos vapuleen como quieran. En cambio, cuando nos comportamos con profesionalidad y nos ponemos serios, desde el principio nos respetan.

El truco es dejar claro desde el principio que sabemos de lo que hablamos, que sabemos cuál es nuestro trabajo y que no nos pueden vender humo. Así que yo os animo a que hagáis ese trabajo personal de plantearos cómo queréis hablar con vuestros clientes, qué clase de relación queréis tener con ellos. Haced siempre que valoren vuestro trabajo, como os comportais a nivel profesional, y que os traten de igual a igual. ¡Tenéis deberes!

¡Hasta el próximo video! Un abrazo.

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