Los problemas más habituales suelen ser siempre son los mismos.
Por ejemplo, una de las partes, generalmente un escritor, quiere contratar a un ilustrador para que le haga las imágenes para su proyecto de libro o álbum, ya sea para autoeditar o para presentar luego a una editorial. El error común de estos escritores es que no suelen tener ni idea de propiedad intelectual, ni de cómo funcionan luego las editoriales, ni contemplan en la propuesta que el ilustrador es tan autor como él o ella. Además, tampoco se dan cuenta de que el trabajo de los ilustradores tiene un precio únicamente rentable si se piensa reproducir, como en el caso de los libros que publican las editoriales porque si no, resulta extremadamente caro (no es que nuestro trabajo tenga un precio excesivo, es simplemente que la economía de ese escritor no le permite pagar lo que vale a título individual).
Por tanto, si un escritor aficionado escribe un cuento a su sobrinita y quiere que alguien lo ilustre, cuando se pone en contacto con el ilustrador de turno y le pide precio, se pega el susto de su vida y no entiende por qué el precio es el que es. ¡Precisamente por el esfuerzo y el trabajo que implica ilustrar un libro solo sale a cuenta hacerlo si luego el trabajo se rentabiliza comercializándolo de alguna manera! Por eso a los ilustradores no suele salirnos a cuenta hacer encargos de particulares privados que solo quieren darle un uso personal y no lucrativo a lo que nos piden. Que oye, si lo pueden y quieren pagar, pues fenomenal. Pero entendamos que no es nuestro problema que la gente nos pida presupuesto sin entender que el precio que le vamos a pasar va a ser alto, y ni se os ocurra por favor, bajar vuestros precios a cantidades ridículas porque coger un encargo así no es ni factible ni rentable para ti, lo mires por donde lo mires.
Por último recordad que porque alguien te pague por ilustrar su historia, no se convierte en el dueño y señor de tu trabajo, pudiendo hacer con él lo que quiera a partir de entonces. Tú eres el autor de tus imágenes y si te pagan por ellas es para unos usos específicos y ya está.
Si no tienes claro todo esto de los derechos de autor y la propiedad intelectual te recomiendo encarecidamente que leas el Nuevo Libro Blanco de la Ilustración Gráfico en España. Es tu obligación como ilustrador profesional en ciernes o incluso como aficionado (si te han hecho una propuesta de las que mencionamos) el saber todo esto.
Y ahora que sabéis cuáles son los problemas recurrentes y las razones habituales por las que hay malos rollos y malentendidos, vamos a ver cómo podemos hacer las cosas bien entendiendo los tipos de relaciones profesionales que se pueden plantear.
COLABORACIÓN A MEDIAS ILUSTRADOR – ESCRITOR
Esta colaboración es súper común. Una de las partes tiene una idea (o ambas) y se quiere crear una maqueta de proyecto que sume una muestra de imagen y texto para poder presentar a editoriales o para plantearlo como proyecto autoeditable a través de crowdfunding.
En este caso, la fórmula es la de ser socios e ir a medias, al 50%, o en un porcentaje distinto si se siente que el trabajo que asumirá una parte será mayor que el de la otra parte. En cualquier caso, lo importante es que las dos personas hablen y decidan ese porcentaje, qué tareas va a resolver cada uno, dejar claro que ambos tienen que estar de acuerdo en todas las decisiones (ha de haber consenso) y que serán coautores SIEMPRE. Ah, y súper importante definir también qué pasa si no se ponen de acuerdo o se quiere cesar la colaboración. Lo ponéis por escrito de una forma sencilla y clara, lo firmáis los dos y listo (da igual que seáis colegas o que no os conozcáis de nada. Siempre por escrito por si acaso).
A partir de ahí ya podéis empezar a trabajar. En este tipo de colaboración no hay dinero de por medio. Es una inversión de trabajo y tiempo de ambos, y si al final conseguís que el proyecto salga adelante ya sea a través de crowdfunding o por medio de una editorial, se gestionará entre los dos buscando las mejores condiciones para ambos.
Recomendamos no liarse a desarrollar proyectos largos y completos cuando se genere este tipo de relación, porque la inversión de tiempo es demasiado grande y requiere de un nivel de compromiso altísimo muy difícil de mantener. Es muy poco viable, realista y además es innecesario porque con una pequeña maqueta una editorial puede valorar perfectamente el proyecto.
UNA EDITORIAL “CASA” A UN ILUSTRADOR CON UN ESCRITOR
Este caso también es muy habitual y existen muchas posibilidades… A veces la editorial permite que ambos autores trabajen juntos y se retroalimenten desde el principio del proyecto. A veces la historia ya está escrita y el ilustrador no habla nunca con el escritor, solo se relaciona con el editor. A veces es un término medio y el escritor sí participa un poco en el proceso creativo del ilustrador, o al revés… En cualquier caso es una decisión de la editorial, y aquí no hay líos de dinero ni condiciones porque la editorial lo habrá negociado y pactado con cada parte por separado. En este caso también podría pasar que si el ilustrador o escritor es persona de confianza de la editorial, pueda proponer a una persona concreta que tenga en mente para “casarse” con ella o un tipo de proyecto y relación de trabajo específicos.
UN ESCRITOR QUIERE CONTRATAR A UN ILUSTRADOR (O AL REVÉS)
Esta es la fórmula que más líos genera, porque un escritor es un autor como nosotros y quiere convertirse en nuestro cliente… Así que es fundamental que tú tengas claro cuál ha de ser tu posición y la suya y cuáles van a ser las condiciones a negociar. Además te recomiendo paciencia y educación porque si quien te está contactando no tiene ni idea, es muy probable que al explicarle cómo son las cosas, se te ponga a la defensiva o incluso se cabree y se ofenda. La ignorancia es muy atrevida, ya sabéis.
Este caso solo es factible si el escritor tiene súper-híper-mega claro que quiere tus ilustraciones para un proyecto de autoedición personal o comercial a pequeña escala, gestionado por su persona y con el volumen de la tirada y el precio de venta, etc muy claros. En este caso podéis plantear una cantidad de dinero que cubra la realización de las ilustraciones y la cesión de los derechos para ese uso específico, concretando el número de libros que quiera imprimir (olvidaos de royalties, es un lío). Además es importantísimo hacerle entender que aunque te esté contratando y pagando, NUNCA va a ser dueño y señor de tu trabajo para siempre, sino que ambos seréis coautores (y así debe aparecer en el libro) y en el caso de que quisiera hacer algo más con ese libro y en consecuencia con tus ilustraciones aparte de lo pactado, tendrá que consultarte y funcionaréis a medias (o en el porcentaje que pactéis), como por ejemplo en el caso de que lo mueva por editoriales y alguna decida publicar el libro. Recuerda que el dinero que te haya pagado será en concepto de ese uso inicial que hizo, nada más. Para otras cosas el contador se pone a cero y funcionáis como en la relación uno, como socios y coautores colaborando.
Todo esto ha de quedar pactado y plasmado por escrito desde antes de empezar a trabajar. Y así no habrá problemas.
—
Por supuesto todo esto en la realidad no es tan sencillo. Cada situación será única y habrá muchas variables a tener en cuenta. Es muy posible que te propongan versiones que mezclen varios tipos de relaciones, pero no debes aceptarlas.
Ejemplo: Un escritor te propone la relación número 3, es decir, te quiere contratar, pero para generar un proyecto que luego quiere vender a editoriales, como comentamos en la relación 1, donde quiere que tú le cedas toooodos los derechos y aparecer como único autor integral. PUES NO, NO Y NO. Este tipo de propuesta no es viable, ni legal ni justa. ¡Así que no la aceptes! Porque significa que te quiere pagar como si fuera un encargo para un uso particular y personal y luego lucrarse con tu trabajo buscando su comercialización a través de una editorial.
Para terminar, si estás leyendo esto y te estás dando cuenta de que estás metido o metida en alguna de esas relaciones liosas, indeseables e injustas con un escritor o escritora, te recomendamos que te sientes a pensar cuáles deberían ser las condiciones justas y lo hables con él o ella para encontrar una solución, y si no te sientes capaz de solucionarlo por tu cuenta, busques asesoramiento. En las APIs (Asociaciones Profesionales de Ilustradores) te pueden ayudar, también existen abogados especializados en derechos como Marta C. Dehesa de Cola de Perro o a través de una Asesoría Personal con nosotros. Lo importante es ver cómo resolverlo todo, cómo plantear la conversación y qué cuestiones abordar e incluso plasmar por escrito.
Ale, no digáis que no estáis avisadus 😉