Pero lo gracioso de todo esto, es que si te paras a analizar esas connotaciones y creencias populares que se han dado al arte y a la creatividad, es fácil comprobar que son una tontería y que para nada las cosas son así.
Y puede que digas: Es cierto, lo sé y yo tampoco hago caso a todo lo que se dice… pero lo que yo he comprobado después de varios años orientando a ilustradores noveles, es que muchos llevan tatuadas en su interior muchas de estas creencias absurdas y eso les dificulta mucho su desarrollo como ilustradores profesionales. ¡Y lo peor de todo es que no saben qué es lo que les pasa!
Por eso quiero hablarte del tema de las creencias, que está vinculado a la gestión de la creatividad. Algo que nos suena a chino pero que cada vez se está volviendo más importante para mi porque estoy descubriendo el peso que tiene a la hora de convertir con éxito la creatividad en una profesión.
Vamos a ver cuáles son esas cuatro creencias limitantes tan habituales:
La creatividad y el arte son un don, un talento. O lo tienes o no lo tienes. O naces con él o no tienes nada que hacer.
Por Tutatis, todo sabemos que esta es una mentira como una catedral. Si indagas en el recorrido de aquellos a quienes admiras y que a día de hoy comen de su creatividad y su arte en seguida verás que la mayoría trabajan duro, echan muchas horas y han desarrollado sus capacidades con los años a base de determinación y cabezonería.
Pero es verdad, también hay gente que nace con un talento impresionante. Digamos que la cosa está en un 80 – 20. 80% de profesionales que han desarrollado sus habilidades a base de mucho esfuerzo y determinación y 20% de profesionales con talento que con constancia y buena cabeza han conseguido encauzarlo bien. Te aseguro que hay muchas más personas con ganas y sin un talento especial que viven de la creatividad, que al revés.
A mi el caso que más me ha impactado de todos los que he conocido es el de Rebecca Dautremer, famosa ilustradora donde las haya por sus cuidadísimos y preciosos libros ilustrados (entre otras cosas porque esta mujer es toda una artista renacentista).
Hace dos años, en el Congreso Fig de Bogotá, Colombia, estuve en su charla, y la tía mostró el trabajo que hacía antes de desarrollar el lenguaje y el estilo por el que tan bien se la conoce ahora. ¡Y os puedo asegurar que era como el trabajo de cualquier ilustrador que está empezando! ¡Una caca! Ella obviamente lo mostró a propósito para que nos diéramos cuenta de que si ella ha conseguido llegar a donde ha llegado, nosotros también podemos. Eso sí, luego la entrevisté y me contó que se echa unas jornadas de 12h de trabajo diario, así que ya sabéis dónde está el truco.
¡Caso cerrado!
El trabajo creativo o artístico no es trabajo de verdad. Del arte y de la creatividad no se come. Las carreras artísticas no tienen salidas. El arte y la creatividad no son necesarias o imprescindibles para el día a día de nuestra sociedad.
Os juro que cada vez que oigo estas frases salir de la boca de alguien me entran instintos asesinos. Empecemos por el principio… que van a empezar a rodar cabezas.
Si el trabajo artístico y creativo no se considera trabajo de verdad es porque venimos de un desastre de sistema educativo que nos ha extirpado la creatividad y nos ha hecho tener miedo a pensar diferente, e incluso a ser críticos, a cuestionar y a preguntar. Porque quieren crear maquinitas de trabajar y callar. La creatividad es pensar, es cuestionarse, es mirar con perspectiva, es hacer cosas de forma diferente. Y como en el colegio no se nos permitía desarrollarla, aquellos que desde siempre hemos sentido esa inquietud, la hemos desarrollado en casa, como hobby o afición. Y como esto ha sucedido así desde hace ya varias generaciones, pues se considera que lo creativo es un hobby, no un trabajo, y nuestras familias, parejas y amigos que quizás no sienten esa necesidad imperiosa de expresarse creando, no entienden la gravedad de esto que dicen. Sobre todo porque pensar diferente, crear… es lo que ha llevado a la humanidad a evolucionar, a crear la rueda, a desarrollar el lenguaje, a ir a la Luna o a curar el cáncer. La creatividad no solo está vinculada a las artes, sino a cualquier tipo de innovación y de avance. Pero incluso si queremos llevar el tema al otro extremo podemos hablar de la creación vinculada al entretenimiento. El ser humano necesita entretenerse, es una cualidad no solo humana, sino de muchos seres vivos inteligentes (pulpos, delfines, simios, elefantes…). Si no tenemos estímulos, nos volvemos locos, está científicamente comprobado, así que incluso el arte o la creatividad aplicada al entretenimiento son necesarias.
Pero espera, que lo más gracioso de estas frases, es que la dicen personas cuyos puestos de trabajo están en riesgo ya que cualquier trabajo que sea mecánico y de fácil resolución van a tender a precarizarse (ya está pasando) o desaparecer a lo largo de este siglo, y solo los trabajos creativos o innovativos serán completamente irreemplazables. Ea!
Por último, otra cuestión graciosa, la de que nuestro trabajo no es importante en el día a día de nuestra sociedad… Emmm… Haz desaparecer mentalmente de tu entorno el diseño gráfico, el diseño de muebles, el interiorismo, la ilustración, la fotografía, la literatura, el arte, la música… creo que no hace falta decir más. El mundo tal y como lo conocemos no existiría.
Zasca. Zasca. Zasca. Pasemos a otra cosa.
ASESORAMIENTO PERSONALIZADO
¿Se te acumulan las dudas sobre la profesión? ¿Necesitas pedir feedback? ¿Tienes un encargo y no sabes presupuestarlo? ¡Podemos ayudarte!
Los artistas y los creativos son unos bohemios. No se comprometen, no son serios, son unos viva-la-vida, excéntricos y anárquicos.
De eso nada monada. Bueno a ver, los artistas bohemios de finales del siglo XIX y primera parte del siglo XX sí que lo eran, pero ya se ha generalizado este tópico y parece que nos perseguirá a todos como la peste hasta el fin de los tiempos. Y lo triste es que en las escuelas de Bellas Artes no se nos ha enseñado tampoco a no serlo… por lo que es cierto que muchas personas sí que son así porque no se les ha enseñado a gestionar su creatividad de otra manera.
En cambio, si analizáis el perfil de los creativos y artistas que comen full time de lo que hacen, veréis rápidamente que tienen una mentalidad muy empresarial. Son muy trabajadores, terminan lo que empiezan, son meticulosos y cuidan su trabajo y el cómo lo muestran, responden a las fechas de entrega, son fáciles de tratar, etc etc. Os aseguro que hay en estos momentos muy poco artistas “bohemios” viviendo de lo que crean. Realmente nuestro sistema no lo permite, más bien descarta a esos perfiles caóticos, desordenados y en quienes no se puede confiar. Para poder comer de esto hay que ser un buen profesional y generar confianza, así que esforcémonos en cambiar esa visión popular que se tiene de los creativos, sobre todo después de haber descubierto que la cultura hispana es la única cultura occidental que sigue pensando así. Si miras a Europa o a Estados Unidos verás que los artistas y creativos de cualquier tipo son muy valorados y admirados socialmente.
Si disfruto de lo que hago es que no es un trabajo de verdad. No me merezco que me paguen.
Esta es la peor de todas. Y ya ni si quiera me enfada, sino que me entristece. Porque esta creencia es la que está destruyendo y reventando desde dentro nuestra profesión (todas las profesiones creativas en realidad) a una velocidad vertiginosa desde la llegada de internet. Y nos debería dar vergüenza caer en esta creencia trampa que tanto favorece a la gente que quiere nuestro trabajo, la verdad.
Llevo tiempo investigando cuál es la raíz de este gran problema que sufren los gremios creativos y que están provocando que cada día seamos menos los profesionales que podemos vivir de ellas, y he llegado a una conclusión muy sencilla:
No sabemos gestionar el proceso de convertir lo que tradicionalmente ha sido nuestra afición en nuestra profesión. Sí, ya sé que suena a obviedad, pero te aseguro que no lo es. Me explico.
Cuando uno hace algo como hobby, lo hace para expresarse, desahogarse y disfrutar. Punto pelota, no tiene más complicación. En cambio, cuando uno decide que quiere hacer de su hobby una profesión, no se da cuenta de que el disfrute ya no es lo más importante. Lo más importante es conseguir ser mejor, que nuestro trabajo gane calidad, que se parezca al de los ilustradores, pintores, fotógrafos y diseñadores que admiramos y eso hace que empecemos a juzgar nuestro trabajo constantemente. Pero aquí suelen pasar dos cosas:
Si eres poco crítico o exigente y tienes un entorno que te apoya y te elogia mucho, es posible que te enamores de todo lo que vayas haciendo y no consigas ver que tienes que seguir mejorando. Te resultará fácil hacer lo que haces y no lo valorarás, y cuando alguien te pida que le hagas algo, prácticamente lo regalarás porque en tu cabeza seguirá siendo un hobby. Pero recuerda, tu familia no puede ser tu punto de referencia. Ellos no son editores o directores de arte, ellos no conocen el sector al que te quieres dedicar ni sus exigencias, así que deja de escucharles y busca una crítica real, de un profesional.
O si eres muy crítico y exigente, es muy probable que te entren las mil inseguridades y que el proceso de aprendizaje y mejora se vuelva un infierno porque no paras de juzgarte y de analizar lo que haces pensando que no consigues que se acerque al resultado que te gustaría y por tanto es una mierda y nunca conseguirás convertirte en profesional. Entonces, cuando alguien te encargue algo, tú pensarás que como no estás satisfecho con lo que haces, no te mereces cobrar nada y por eso regalarás tu trabajo o te sentirás incapaz de negociar algo decente.
En ambos casos la consecuencia final es que no valoramos nuestro trabajo, nuestro esfuerzo ni nuestro gremio, que a diario pelea duramente y a contra corriente una cultura popular que minusvalora el trabajo creativo cuando la cruda realidad es que nos necesitan. Porque si no, no nos buscarían.
Así que te pido por favor, que si te sientes identificado con cualquiera de los dos casos que he comentado, no caigas en la trampa que solo beneficia al que tienes en frente. Te pido que sea como sea, valores y cobres tu trabajo. Ya sea por una cantidad simbólica, por una comida o unas cuantas cervezas, o por la cantidad que verdaderamente corresponda. Pero cobra. No regales tu trabajo. Ya no es un hobby. Y recuerda esto: Cuanto más regales tu trabajo al principio, más te costará que lo valoren más adelante.
Aprovecha los inicios de tu carrera, cuando no tienes familia, ni una casa que pagar, ni otros compromisos económicos, para aprender a decir que no, para aprender a negociar, no para lo contrario, porque entonces estarás destruyendo sin darte cuenta la profesión a la que tanto quieres dedicarte. Hazlo por ti y por todos tus compañeros, y recuerda lo siguiente: los novatos pagamos nuestra inexperiencia teniendo que dedicar muchas horas más de lo normal a resolver correctamente cualquier encargo, así que no hace falta que además regales tu trabajo o le bajes el precio. ¿Quien te lo pide lo va a usar para algo que necesita? ¿Se va a beneficiar de alguna manera de tu trabajo? Si la respuesta es afirmativa no hay más que hablar.