Icono del sitio Ilustrando Dudas

La ilustración ¿por qué nos cuesta tanto verla como profesión? #notahobby

Tú, que desde hace tiempo te dedicas a dibujar cada vez que tienes un rato para ir mejorando, y lo compartes en redes para poder llamar la atención y conseguir seguidores. 

Tú, que sigues a tropecientos ilustradores potentes en instagram y sueñas con convertirte en uno de ellos algún día. 

Tú, que a lo mejor te has pasado la vida dibujando por gusto y trabajando de otra cosa, pero ya te has hartado y estás intentando probar a dedicarte a esto. 

Tú, que estás estudiando Bellas Artes o ilustración o diseño o eres autodidacta y te has hecho todos los cursos online y presenciales que pillas, y tienes claro que la ilustración es lo tuyo, lo que te apasiona, y quieres que muy pronto tus imágenes aparezcan en libros, en carteles, en camisetas, en animaciones, etc. 

A ti, a todos vosotros y vosotras, solo deciros una cosa: 

¿Quieres de verdad poder formar parte del mundo de la ilustración? ¡Pues seamos profesionales!

Empecemos por sentirnos profesionales. Por creernos profesionales. Esa es la única clave que te permitirá dedicarte a la ilustración sin morir en el intento y evitar que te hagan dudar, te confundan, te líen, te timen y al final te quemes. Porque si ya has recibido algún primer encarguito, sabrás perfectamente de lo que hablo. Y es muy frustrante.

Pero como sabemos que no es fácil sentirnos profesionales cuando estamos empezando porque no tenemos nada claro y no sabemos cómo funciona este mundo, se han creado varias campañas colectivas uniendo fuerzas para concienciar tanto a los clientes, es decir, todas aquellas industrias que nos necesitan y usan nuestro trabajo constantemente, también a las personas particulares y por último a los mismos ilustradores. 

Son las campañas #ilustradoresenblanco #notahobby y #priceitright, iniciativas de APIM y de la AOI, y la campaña independiente #picturesmeanbusiness. 

Para introducir el tema me gustaría compartir un post de la ilustradora española Diana Toledano, afincada en Estados Unidos, que hace una pequeña pero potente reflexión sobre esto, a partir de la cual explicaremos los porqué de que nos resulte taaaan difícil sentirnos profesionales y cómo eso provoca que nuestra profesión sea precaria, solitaria y muy poco valorada y respetada a pesar de la gran importancia que tiene en el mundo en el que vivimos.  

Por Diana Toledano (post completo original en su web)

Vivimos en una cultura extremadamente visual y la ilustración es una industria importante. Sin nosotros, los libros quedarían en blanco. También las etiquetas de vino, ropa, posters, toallas de cocina, etc. Mirar en todos los mercados en los que puede trabajar un ilustrador/a.

Puede que disfrutemos nuestro trabajo, puede que nos apasione, pero aún así… Tenemos que vivir de ello. Que nos divirtamos no significa que no merezcamos que nos paguen. A mucha gente esto le parece difícil de entender, ¡incluyendo a muchos ilustradores!

Lo bueno es que darse cuenta de que algo está mal es el primer paso para arreglarlo. ¡Así que arreglémoslo!

Podemos demandar ser pagados justamente y ser tratados con respeto. Pero también necesitamos hacer nuestros deberes, negociar contratos y rechazar malas ofertas. Debemos comportarnos como profesionales y debemos exigir que nos traten como tales. ¿Trabajaría un fontanero a cambio de promoción? Nunca. Y los ilustradores no deberíamos hacerlo tampoco.

Todos cometemos errores, especialmente cuando estamos empezando. Los ilustradores estamos un poco perdidos cuando intentamos conseguir nuestros primeros trabajos. Pero no deberíamos usar eso como una excusa para aceptar malos encargos. Si lo haces, no solo harás daño a tus compañeros… sino también a ti mismo a largo plazo, porque dañarás el mercado.

Por ejemplo, recientemente me ofrecieron un trabajo ilustrando frases famosas. El problema es que el cliente no tenía permiso para usar esas citas, así que no lo acepté: elegí respetar el copyright (derechos de autor). Si quiero que la gente reconozca y respete mi trabajo (y mi autoría), tengo que hacer lo mismo por los demás.

A los editores y clientes que respetan nuestro trabajo: ¡GRACIAS! 

Al resto: ¡confío en que podéis hacerlo mejor!

Por favor, firma la petición #ilustradoresenblanco de APIM (Asociación Profesional de Ilustradores de Madrid) para denunciar la precariedad de nuestra profesión. Y si puedes ¡viste de blanco para apoyarnos! y compártelo en tus redes.

 

Comparto además un fantástico esquema creado por Alberto Albarrán que enseña el reparto de ingresos en el sector editorial.

Si hablas inglés también puedes leer sobre las campañas #notahobby y #priceitright de la AOI (Association of Illustrators).

Qué bien se explica Diana, ¡gracias maja! ¡Amén a todo lo que ha dicho!

El primer paso para arreglar este tema, como ella dice, es poner en su sitio la profesión de la ilustración dentro de nuestras cabezas y asimilar que nos han engañado. ¡Sí, sí, como lees! 

La sociedad nos ha vendido (y nosotros hemos comprado, muy convenientemente para nuestros clientes) que el arte, la creatividad y la expresión artística solo tienen valor y han de ser respetadas solo cuando se realizan por razones lúdicas, es decir, como hobby. Sobre todo en la cultura hispano-americana. Tanto en España como en Latinoamérica no se valora la importancia que tienen todas las formas de expresión artística, a pesar de que estas sean la esencia que conforma la identidad cultural de cada sociedad, sí, esa de la que todos estamos tan orgullosos, nos sentimos tan conectados y arraigados y defendemos constantemente. Si eres de España, que si Cervantes, Picasso, el flamenco… Si eres de México, que si Frida Kalho, Diego Rivera… Si eres de Colombia, que si García Márquez, Botero, Juanes… Cada uno de nosotros lleva en su corazoncito la música, los libros y la obra de grandes artistas de nuestras respectivas tierras. La música, la escritura y las artes visuales existen porque hubieron (y hay) creadores que apostaron profesionalmente por ello, pero curiosamente, nuestra sociedad no fomenta ni valora la labor que estos realizan. ¿Por qué? 

Pues simplemente porque la gente siempre ha buscado cubrir sus necesidades básicas y tener estabilidad económica. Y a nivel histórico se ha considerado que el arte no te la podía dar, y por tanto se ha denostado y quitado valor como profesión. Esto solo tenía sentido en un mundo en el que la mayoría de la gente no disfrutaba de lo básico (¿conoces la pirámide de Maslow?) pero a día de hoy, en la sociedad occidental en la que vivimos, donde casi todos contamos ya con lo básico, sí es perfectamente viable dedicarnos a que nuestra creatividad nos de de comer, porque además vivimos en un momento en el existe una gran demanda de ilustración y también tenemos los recursos tecnológicos para poder rentabilizar nuestra actividad de muchas maneras y llegando desde casa a todo el mundo. 

Vivimos en un mundo digital, globalizado, hiperconectado, corporativo y totalmente mercantilizado. Donde todo se vuelve un producto, se compra y se vende, y como bien ha comentado Diana, todo se consume a través de imágenes. Vivimos en un mundo 100% visual. Porque el ser humano es así, llevamos dentro la necesidad de expresarnos en imágenes y por tanto también de consumirlas. Es un lenguaje esencial para nuestra especie, aunque la gente se empeñe en decir que el arte no es “necesario”. Qué dirían de esta afirmación nuestros compis los ilustradores prehistóricos… en fin. 

Al final, nuestro mundo necesita de imágenes ya sea por puro entretenimiento, por estética, para poder entender mejor el mundo, una historia o un aprendizaje, o para poder vender o tener visibilidad. Hay una necesidad, una demanda, y nosotros la cubrimos.  Por tanto es viable vivir de la ilustración como profesión. Y por tanto es necesario que la valoremos y entendamos que si nosotros no somos los primeros en tomárnoslo en serio y exigiendo las condiciones y los precios que tocan, somos nosotros los que estamos dinamitando la posibilidad de vivir de esto a largo plazo. 

El cambio ha de venir desde dentro y contagiar hacia fuera. Mentalizarnos nosotros y exigir a nuestros clientes que lo hagan también. 

Nos han engañado y nos lo hemos creído. No te lo sigas creyendo y pelea porque esta profesión sea mejor cada día. ¿Qué tienes dudas, que no sabes si vales, si eres lo suficientemente bueno, etc? Normal, nos pasa a todos, pero todo eso no es excusa, ya que lo puedes resolver con un poquito de gestión de las emociones y de la creatividad. Te animo a que escuches el podcast en el que hablamos de ese tema, porque es fundamental para que puedas hacer este cambio de chip taaaan importante para ti y para todos los que queremos dedicarnos a la ilustración como tú. 

Y por último, si te sientes preparado para hacer el cambio de chip, para sentirte profesional y pelear por la ilustración como profesión, esto es lo que puedes hacer:

Haz el Gran Juramento del Ilustrador Profesional. Compréndelo. Siéntelo. Créetelo. Cúmplelo. Y si quieres, hazte una foto compartiendo el momento en que juraste con el hashtag #juramentoilustrado.

Lee y conoce las campañas que se están realizando. Participa de ellas. Difúndelas.

Respétate a ti mismo/a y a tu trabajo. Haz tus deberes (para esto tenemos nuestro súper curso online SOY ILUSTRADOR ¿Y AHORA QUÉ?) y no caigas en las trampas que la sociedad, los clientes y nuestros propios miedos nos ponen. Sé más listo y apóyate en una red de colegas que te ayuden a seguir haciendo las cosas bien. No te aisles, somos un gremio, un equipo y solo uniéndonos y compartiendo nuestras inquietudes podremos avanzar.

¡Te deseo mucha fuerza dibujística y una dosis gigante de confianza y chip profesional! ¡A por todas!

Salir de la versión móvil