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Entrevista a la ilustradora y youtuber Frannerd

¿Cómo fueron tus inicios? ¿Qué estudiaste? ¿Cómo fue el principio de todo?

Estudié diseño gráfico, porque recuerdo que le pregunté a mi hermana si existía una carrera donde uno pudiera usar la creatividad y dibujar al mismo tiempo; y esto se lo pregunté cuando yo tenía ocho años o así. Y ella me dijo: sí, parece que hay algo que se llama diseño gráfico. Y desde los ocho hasta los dieciocho tenía la idea de que iba a estudiar diseño gráfico. Ninguna de mis amigas sabía lo que era diseño gráfico, porque en ese entonces no era algo tan popular ni conocido como ahora.

Entonces, cuando di la prueba de selección académica, yo ya sabía lo que iba a estudiar y dónde lo iba a estudiar. Pero también me di cuenta que, cuando llegué, nunca había visto la malla. O sea, sabía en qué trabajaba un diseñador gráfico, pero no sabía si la carrera en sí era algo para mí. Y me pasó, creo que en segundo año de la carrera, que me di cuenta que realmente me gustaba ilustrar, y que tenía ganas de probar si lo podía ejercer como trabajo o como pasatiempo. Porque en el fondo el paso que uno da como profesional, darse cuenta de si lo que a uno le gusta es algo para hacerlo en tu tiempo libre o dedicarte a eso a tiempo completo, es un paso súper importante. Y yo siempre fui super conocida como la niña que dibujaba anime, la niña que dibujaba Saylor Moon, también me gustaba mucho Doctor Sakura. Yo era como la niña-anime. Y en segundo año me acuerdo que tuvimos un curso muy corto, duró un semestre, que se llamaba “Dibujo y expresión”, el peor nombre del planeta. Y en verdad era ilustración. Y al profesor, que era muy simpático, y muy joven -como que había salido de la universidad hacía muy poco- le había comentado que me encantaría algún día ser ilustradora. Y él me dijo algo que me dejó marcada de por vida. Me dijo que lo importante de ser ilustrador era tener un estilo propio. Porque el problema que tiene el anime (que en el fondo no tengo nada contra el anime, ni que la gente dibuje anime, nada por el estilo. Porque hay gente que de repente se ofende cuando digo eso: ¡el anime es un problema!) y el recorrido personal que yo tuve con el anime, y lo que me dijo mi profesor, es que si seguía dibujando eso, iba a ser conocida como “la niña que dibuja muy bien anime”. En cambio, que si desarrollaba un estilo propio iba a empezar a ser conocida como “ah, ese es el estilo de la Fran, así dibuja la Fran”.

Ese fue el inicio del recorrido para empezar a conocer mi estilo propio, las cosas que me gustaban, qué me gustaba ilustrar.

Entonces, ¿cuáles fueron realmente tus primeros pasos como ilustradora?

Fue justo en ese verano donde postulé y quedé para hacer la práctica profesional en el diario La Tercera, que es un periódico super conocido en Chile. Hice la práctica siendo diagramadora y diseñadora de páginas. Agarraba texto, imágenes, diagramaba el puzzle de la última página, el horóscopo… ¡Yo era como la que hacía esa pega de mierda, esa pega que nadie quería hacer, ese trabajo lo hacía yo! Pero lo que me encantó de hacer la práctica laboral en ese diario fue que nunca me sentí tratada como una practicante, siempre me sentí como una más de los que trabajábamos. Y rápidamente se empezó a correr el rumor dentro de la sección de que me gustaba mucho ilustrar. Yo ya llevaba algo avanzado mi estilo personal y de hecho pocas semanas antes de eso fue la primera vez que había escuchado eso de oh, ese dibujo es muy tú. Y fue como ¡oh! ¡sí! ¡bien!

Entonces, entremedio de ese camino, estaba haciendo las prácticas y llegó un chico, un periodista de la sección de tendencias, que tenía un artículo muy malo acerca de “chicas que le roban la contraseña a sus novios en busca de infidelidades”, y se meten en sus cuentas de facebook, gmail, etc. Y tenía una foto terrible, una foto de una chica mirando la pantalla con cara de sorprendida, y todo esto en la oscuridad total, solo iluminada por la pantalla. Era una foto que probablemente ellos habían usado en otros mil quinientos artículos, porque son fotos de stock que pueden usar para muchas cosas, porque son fotos que tienen un concepto muy amplio. Indudablemente esa foto la usaron como “virus en internet”, o “mujeres que se desvelan hasta muy tarde”… Ya habían usado esa foto muchas veces, y me pidieron amablemente si podía ilustrar ese artículo. Y fue un tira y afloja muy intenso con la jefa de la sección de diseño, porque yo era una practicante, no era una ilustradora profesional. Igual era un riesgo súper grande que alguien que nunca había ilustrado para un medio ilustrara… Yo tampoco había tenido trabajos de ilustración. Al final estaban muy apurados, y salió. Y recuerdo que la sensación del día siguiente, encontrar mi ilustración en el diario, fue una sensación tan bonita que me dije: si me siento así, es obvio que esto es lo que tengo que hacer en mi vida.

Esa sensación nunca se vio replicada por otras páginas que habían sido diagramadas por mí y que se habían impreso. Y entonces dije: Ya, esto es una señal. Así que terminé la práctica laboral y seguí desarrollando mi estilo ilustrativo. Entremedio empecé a tener mis propios trabajos, pequeños trabajos de ilustración para gente que estaba haciendo su tesis, para pequeñas revistas, para familiares… Esa era la tónica. Mientras, seguía estudiando diseño gráfico. En el fondo, empecé a ser ilustradora mientras seguía estudiando. De día era estudiante de diseño gráfico y de noche era ilustradora. Mis papás tampoco tenían dinero como para pagarme una segunda carrera, o como para que yo congelara diseño y empezara otra, no tenían dinero para pagarme talleres… Entonces, todo lo tuve que hacer yo de a poquito. Y ser ilustradora en aquella época tampoco era tan masivo…

¿Y encontrabas información sobre el tema de la ilustración?

No. La única información que encontraba eran blogs de otros ilustradores o libros de ilustración como Illustration Now! Si quería estudiar dibujo, tenía que ver libros tanto de dibujo técnico como de figura humana que son muy realistas o de paisaje, pero no eran de ilustración. Entonces me sentí súper sola.

¿Tú vivías en Santiago? ¿Y no encontraste a otros ilustradores, no había algún referente? ¿O era gente ya con tanta experiencia que no te podías acercar a ella?

Sí. Si bien yo tenía compañeros en la universidad a los que les gustaba mucho la ilustración, ninguno de ellos se quería dedicar a eso. Entonces no me servía mucho el consejo de ellos si no tenían una proyección profesional, y era muy difícil acceder a los ilustradores a los que yo admiraba en aquel entonces. Escribía mails y nunca respondían… Entonces decidí encargarme yo. Por eso yo también me siento súper identificada con la gente que de repente me escribe, o que tiene dudas con respecto a la ilustración, porque yo fui esa persona una vez. Por eso tengo un canal de youtube o valoro mucho los portales como el tuyo, porque resuelven dudas que pasamos todos y que no están de repente en internet, no hay talleres donde se hable de ellas… La ilustración sigue siendo poco masiva en muchas partes.

A partir de ahí, una vez terminaste la carrera de diseño gráfico y que ya tenías claro que querías trabajar como ilustradora ¿Qué tipo de cosas empezaste a hacer para conseguir clientes y para empezar a trabajar?

Cuando salí de la carrera, justo estaba viviendo con mi novio, y fue una oportunidad súper bonita porque me obligué a trabajar. No digo que vivir con los padres sea malo, de hecho yo anhelo vivir con mi mamá, pero al vivir con Eduardo y tener que pagar cuentas me tuve que forzar a mí misma a trabajar. Cosa que yo sé que no lo hubiese hecho si hubiese vivido con mis padres o con alguien que me pagara el arriendo.

Entonces, con esta presión terrible de tener que pagar las cuentas y tener que llegar a fin de mes empecé a tomar trabajos de ilustración y de diseño al mismo tiempo, al menos al principio. Por eso fue bueno acabar la carrera de diseño gráfico, no sólo porque me ayudó a pagar cuentas al principio, sino porque son carreras que se complementan muy bien.

La verdad es que el diseño gráfico es muy importante a todos los niveles, y los ilustradores deberían tener nociones. Les ayudaría mucho.

Para diseñar páginas, tú tienes que tener nociones de diagramación, o manejo de texto, o tipografía, equilibrio visual entre dos páginas, todo eso… Y eso te lo da el diseño gráfico. Yo no puedo estar más de acuerdo, por eso también decidí terminar la carrera.

En fin, creo que los primeros pasos que tomé para hacerme conocida en el medio como ilustradora fue que empecé a trabajar para blogs que yo sentía que necesitaban la mano de una ilustradora. Entonces empecé a trabajar para blogs que eran muy conocidos dentro del medio chileno.

¿De qué temáticas?

Blogs femeninos. Al entrar en el terreno de los blogs femeninos, que eran visitados por cientos de miles de personas todos los días, mi blog estaba en el crédito de la foto. Entonces ahí la gente empezó a entrar a mi blog por ese crédito. Y fue muy bonito porque mucha gente empezó a llegar a mi blog y me dije: bueno, voy a tener que empezar a generar contenido en mi blog, porque la gente que está entrando tiene que ver algo.

Para ponerte en contacto con esos blogs, ¿simplemente les mandabas un mail comentándoles que creías que necesitaban ilustración?

Eduardo una vez me dio un consejo muy importante que fue: “Fran, uno en la vida tiene que ser barsa”.

¡¿Eso qué significa?!

Ser barsa es ser sinvergüenza, pero en el buen sentido de la palabra, como escribir mails, o ir a tocar puertas: Hola, soy ilustrador, te dejo mi curriculum o mi portafolio, aquí está mi CD, hola ¿leíste mi curriculum, leíste mi portafolio?

Dar el follón pero sin que llegue a ser acoso, ¿no?

Sí, por supuesto. Entonces eso fue lo que hice exactamente al principio de muy buena forma y muy simpática y muy “buena onda”. Y me pasó que escribí a muchas revistas y esa semana creo que fui también de visita a todas las editoriales chilenas y les dejé mi portafolio. Lo cual fue buena idea y fue mala idea. Fue buena idea como iniciativa, pero fue mala idea porque no me di cuenta de que dejárselo a la recepcionista podía significar que ese portafolio se perdiera. Me debí haber dado cuenta de que era mejor idea dárselo a la persona encargada como director de arte o a alguna secretaria o asistente del director de arte en vez de a la recepcionista.

Entonces, lo primero que hice fue decirle a todo el mundo, a todos mis conocidos, amigos, amigas, estoy independiente, soy ilustradora, por favor avisen a todo el mundo. Porque yo sentía que gran parte de los trabajos que podía tener al principio iban a ser de amigos o el boca a boca. Y el boca a boca es muy importante.

¿Y qué clase de ilustraciones metiste en tu portafolio para llamar la atención, sobre todo, de editoriales de prensa?

Como ya había trabajado en el periódico un par de meses, todos esos trabajos los puse en mi portafolio. También traté de tener como “autoencargos”, que es algo muy, muy importante cuando uno parte. Tratar uno de armar un portafolio es súper complicado cuando uno recién parte, porque es obvio que uno no tiene muchos trabajos o proyectos encima. Entonces para mí siempre fue mega importante tener “autoencargos” porque eso rellenaba mucho mi portafolio. Y ponerlo como proyecto personal…

¿Por “autoencargo” te refieres a hacer ilustraciones pero con un enfoque de encargo real?

Sí, pero haciéndomelo a mí misma. Pero por ejemplo, “autoencargo” puede ser un muy buen proyecto de la universidad que a tí te gustó. O por ejemplo, estás hojeando una revista y te das cuenta de que la ilustración que tiene la revista a tí no te gusta. Bueno, ¿y cómo la habrías hecho tú? Y eso es muy buen autoencargo.

Entonces, al empezar a tener un portafolio pequeño, pero del que yo me sintiera orgullosa, porque prefería tener calidad más que cantidad, empecé a escribir a todas las personas que conociera, empecé a avisar a todos mis amigos… Yo tampoco tenía facebook ni twitter cuando partí. Pero ahora me parecería muy importante arrojar el consejo a la gente que esté leyendo esta entrevista, que tengan redes sociales porque también es muy importante. O generar campañas de difusión para conseguir clientes, que es lo que ahora se está dando mucho en Europa. Por ejemplo, El Gran Chamaco es un ilustrador mexicano y creo que fue él el que empezó a hacer un proyecto (autoencargo, totalmente) que es “se ilustran tweets”.

¡Qué bueno!

El proyecto que tenía él era ilustrar tweets divertidos o que tuvieran algo interesante. El proyecto se hizo muy famoso, muy conocido, y él también se empezó a hacer conocido como ilustrador. Eso es como una campaña viral pero absolutamente de autoencargo.

Por ejemplo, un autencargo sería voy a ilustrar todas las princesas Disney, pero en versión moderna. O todos los días voy a subir una ilustración a mi instagram. O tres días a la semana voy a ilustrar un personaje de mis series favoritas.

¿Tú crees que falta ese punto de compromiso y de enfoque por parte de los ilustradores? ¿No te da a veces la sensación de que creemos que las únicas fórmulas para promocionarnos son las tradicionales? Generarte ese compromiso de todos los días voy a subir una ilustración, todos los días voy a contar algo, todos los días voy a ilustrar una anécdota divertida que me ha sucedido… A veces, a los ilustradores que empezamos nos cuesta un poco generarnos ese compromiso de trabajar todos los días.

Mira, la verdad es que lo siento como mixto, porque muchas veces me ha pasado que me he “pillado” con blogs que se actualizan seguido y es genial. Porque uno en el fondo cuando tiene un blog se tiene que comprometer con que tiene que actualizarlo regularmente para generar una “adicción”.

Pero también me he sentido muy triste cuando he entrado a un muy buen blog, y llevaba tres meses sin actualizarse. O entro y lo actualizó hace dos semanas, y entro de nuevo y la última actualización fue hace un mes. Entonces, cuando no hay constancia pero el proyecto es bueno es triste, porque en el fondo lo que la gente quiere es entrar a un blog y sentirse bienvenida o ver que hay algo nuevo… Y para generar visitas uno tiene que ser regular. Esa es la clave de un blog exitoso, que es lo que también me propuse yo cuando empecé con este tema del blog. Tener un blog estaba súper de moda, y dije ya voy a tener mi blog. Y me sentí muy incómoda al principio con el formato del blog, porque en ese entonces estaba muy de moda escribir cosas como “mis canciones favoritas”, o “mi video favorito”, o “el día en que fui a la playa”… Y escribir y subir fotos para mí no era muy fluido, porque yo soy pésima escribiendo.

Entonces pasaba que con este formato de blog no me sentía cómoda. Pensé en qué sería cómodo para mí hacer. Y Eduardo me dijo “Pero Fran, ¿no has pensado que quizá sería más entretenido que tú escribieras todo a mano con tu letra?”

¡Oye, hay que darle un premio a Eduardo por todas las buenas ideas que tiene!

¡Sí! Y yo le dije: Eduardo, no sé si eso es muy buena idea, porque el problema no se solucionaría porque yo escribiera todo a mano. Sería diferente si yo ilustrara y escribiera todo a mano. Y de repente…

¡Bombilla!

¡Bombilla! Pero esto tengo que hacerlo todos los días, o si no no va a funcionar. Ahí fue donde surgió la idea de actualizar el blog todos los días. Y fue una pesadilla, pero fue al mismo tiempo lo mejor que me ha pasado. Muchos de los primeros trabajos llegaron así: llegué a tí por tu blog. Y las palabras “tu blog” fueron lo más recurrente. Y eso también fue un autoencargo.

 

Cuando dices que fue una pesadilla, ¿es por el tiempo que te requería, el esfuerzo y la constancia?

La constancia yo creo que era lo que más jugaba en mi contra. Porque soy muy mala terminando proyectos. Muy buena empezándolos, pero terminándolos… Yo creo que la mejor regla que me puse en ese entonces fue: “la ilustración tiene que ser simple, porque si no no la podré hacer todos los días”.

Claro, te limitaste y fuiste realista.

Si me dedicaba sólo a ilustración muy producida, y con colores, y sombras, y textura, no iba a durar el proyecto una semana. Tenía que ser blanco y negro hecho directamente, o sea que yo no hacía bocetos.

Eso me ha flipado siempre de tu trabajo. Yo sería incapaz. Pero eso también es cuestión de práctica, ¿no?

Es práctica. Al principio me sentía como muy oxidada. Porque claramente es muy diferente dibujar sobre un papel que dibujar sobre una tableta. Me lo dije, voy a tener que soltar la mano en este proceso, que esto sea como mi croquera, mi libreta. Yo creo que ese es el consejo más grande que le puedo dar a un ilustrador que está partiendo. Tener un proyecto personal, tener un blog y tener redes sociales. Porque ahí los trabajos siempre van a llegar, cuando uno se esfuerza, cuando uno es metódico. En el fondo, el cliente sabe cuándo uno le pone empeño. Entonces hay que tratar todo con amor. Que el portafolio se vea hecho con amor, que el blog se vea hecho con amor, estar presente en las redes sociales… Ahora es súper fácil ser conocido. Un gato tocando el piano puede hacerse conocido en una hora y tener millones de visitas. Somos súper afortunados porque si uno es constante y su trabajo es, ni siquiera increíble, sino medianamente bueno, puede hacerse conocido.

También es muy importante tener una voz propia cuando uno es ilustrador.

Pero no solo en estilo, ¿verdad? Va más allá de la línea que tú utilices, de la gama cromática. Es tu lenguaje personal y el enfoque que tú le das a todo lo que haces como ilustrador.

Sí, porque en general los clientes lo que están tratando de buscar es, parafraseando lo que dijo Sandra (de la agencia Pencil): está bien que uno tenga referentes e inspirarse en otros ilustradores, pero lo que un editor y un agente buscan en un ilustrador es que tenga una línea y un lenguaje propios. Como ser único en algún aspecto, tu discurso, lo que te gusta, cómo ves el mundo. Porque es muy bonito, ser ilustrador te da la posibilidad de que otras personas vean el mundo como tú lo ves. A mí siempre me pasa, por ejemplo, cuando veo las ilustraciones de Liniers, o cuando veo las ilustraciones de Alberto Montt es como… qué lindo cómo esa persona ve la realidad. Aunque a veces son realidades muy diferentes.

También a nivel conceptual.

También. Liniers es muy romántico. Igual él no habla mucho de sí mismo en las ilustraciones pero cuando él hace tiras cómicas de su realidad, por ejemplo cuando estaba viviendo en Montreal, era muy bonito ver cómo él veía esa porción de su vida. Es genial.

¿Y qué opinas entonces de los ilustradores que se sienten más cómodos con la versatilidad de estilos, en vez de con un estilo definido? Eso es un gran dilema. Porque es verdad que hay ciertos tipos de trabajo, o ciertos tipos de cliente… que no son clientes con esa capacidad perceptiva, o con esa riqueza cultural como para elegir a un ilustrador por esa voz de la que tú estás hablando. Quieren una solución para su problema, alguien muy camaleónico para que pueda adaptarse bien a todo… ¿Qué le dirías a la gente a la que, por su naturaleza, le salen muchos estilos diferentes?

¿Qué les puedo decir? Yo he conocido ilustradores que son camaleones y son increíbles, como Francisco Javier Oléa. Él es también chileno y es el ilustrador de El Mercurio, que es uno de los diarios más importantes de Chile. Francisco es increíblemente talentoso, y si tú le pides un estilo, puede ilustrar tanto para Reportajes -que es la sección más “seria” que tiene el diario- como para Viajes o para la revista El Domingo, que es la revista que toca temas muy light, por decirlo así. Él tiene una paleta ilustrativa demasiado amplia, y en todas sus facetas él es increíblemente talentoso.

Alcanzar ese nivel de la ilustración yo sé que toma mucho tiempo. Pero al mismo tiempo, si uno ya nació con esa versatilidad creo que hay potenciarla. Y yo igual cuando partí ilustrando tuve ese conflicto, porque yo sabía que iba a ilustrar de una forma, pero los ilustradores que más me inspiraban tenían un estilo muy realista. Y me vi muy frustrada porque durante muchos meses traté de dibujar realista, me hubiera encantado hacer ilustración de moda, que lo veía como súper glamouroso, lo veía bonito, estiloso, bacán. Pero uno tiene que abrazar la idea de que yo no voy a ilustrar así, yo no puedo ser esa persona. Entonces, me acuerdo que el momento en que yo me di cuenta de que no iba a tener un “estilo revista” fue un punto muy importante en mi carrera, porque me quise con mis propios defectos. Si por el contrario uno está en esa situación en que tiene demasiados estilos, pero ahora está muy in o está muy de moda tener sólo uno… Yo soy de la política de que uno tiene que potenciar quizás lo que más siente en la guata, en el corazón, qué es lo que a tí te pasa con lo que estás haciendo. Potenciarlo, esa es mi respuesta.

Hay algunos ilustradores que tú ves que tienen esa evolución progresiva, que van cambiando con el tiempo. Pero hay otros ilustradores que siguen haciendo exactamente lo mismo. ¿Qué opinas de eso?

Es alguien que como que le funcionó una vez, le va a a funcionar para siempre. Pero es algo tan personal… Yo siento que uno no se puede quedar “pegado” con un propio estilo. Tiene que haber cierta evolución.

Igual que evolucionamos a todos los niveles como personas.

Eso es. También quería comentar que al principio, cuando uno parte como ilustrador y no tienes muy claro cuál es el estilo que te gusta más, o los estilos que te gustan más, la mayoría de los clientes te van a pedir que imites a otros ilustradores. A mí me pidieron muchos “Francisco Javier Olea” cuando yo partí. Y me daba pena, me ponía honestamente muy triste, porque yo tenía tanto que ofrecer como ilustradora, pero al mismo tiempo el cliente no sabía que yo tenía eso que ofrecer, porque era relativamente nueva en el medio. Entonces siempre trataba de negociar con el cliente diciéndole: No voy a hacer un Francisco Javier Oléa, si tú quieres un Francisco Javier Oléa pídeselo a él. Yo te puedo ofrecer esto. Y generalmente llegábamos como a un nivel intermedio en que yo me sentía cómoda, porque no me sentía plagiando ni copiando a nadie, y también aportaba de mi propia cosecha. Pero eso es algo que uno debe advertirle a los ilustradores primerizos, porque siempre va a ocurrir, y uno tiene que tratar de tomárselo de la mejor manera posible, obviamente sin ofenderse u ofender al otro ilustrador.

Claro. Es que si no, corres el riesgo de convertirte en eso, en una mano ejecutora, y un plagiador total.

Y es también con los primeros clientes cuando uno se va conociendo como ilustrador, o como profesional. A mi me pasó que, en las primeras oportunidades que trabajé con clientes, me di cuenta de que mi público siempre iba a ser femenino. Y me gusta eso. Porque cuando yo partí yo dije no hay cómics para mujeres, no hay un medio ilustrativo para mujeres. Y me gustaba que mi público fuera femenino porque de repente me decían Fran, tenemos que ilustrar para este tema, que es súper masculino. Incluso la idea de ilustrar hombres me hacía sentirme incómoda, o hacer ilustraciones más tiradas para la línea de la economía o la política, que son temas que igual tengo que hacer hasta hoy en día, con los que no me siento cómoda, porque mi línea cromática o gráfica es femenina.

Por eso es súper importante aventurarse a nuevas experiencias, porque uno nunca sabe qué cosas te van a gustar, y uno va conociéndose mucho a lo largo del tiempo con los clientes. Ahí, la gente que tiene una gran cantidad de estilos ilustrativos se va a dar cuenta de en qué estilo se sienten más cómodos, o qué estilos son para qué fin, o qué estilos son para qué otro cliente…

Y tienen que saber ofrecer eso, y saber hablarlo, y negociarlo…

También es importante ser muy “buena onda” con los clientes. Siempre. La mayoría de los ilustradores solemos seres independientes, y los trabajos -si bien llegan por lo que hablábamos antes que era el autoencargo, el blog y las redes sociales- yo creo que el 30 o el 40 por ciento llegan por boca a boca. Y un cliente feliz es un cliente que recomienda, es un cliente que hace correr la voz, que le dice a todo el mundo lo bien que lo pasó contigo, o la buena experiencia que tuvo contigo… Y por el contrario un cliente enojado no es que te vaya a sacar del medio de la ilustración, pero igual queda marcado como registro. Entonces, es muy importante ser buena con los clientes. Por ejemplo, yo siempre soy súper informal con los clientes. Siempre. Siempre les pregunto cómo están, y cuando me preguntan cómo estoy, yo siempre soy sincera: pues estoy muerta de frío… Soy súper informal, honesta. O cuando estamos trabajando un viernes les digo que tengas un muy lindo fin de semana, para Navidad mando tarjetas navideñas… En el fondo, siempre trato de mimar mucho a mis clientes. O digo que estoy trabajando con mis clientes en las redes sociales, entonces ellos también se sienten importantes… Eso es muy, muy importante cuando uno es freelance, cuidar a los clientes y acordarse de ellos. Ahora que se viene fin de año, tengo que mandar una tarjetita virtual de fin de año a todos los clientes con los que trabajé durante el año. Es bonito que ellos tengan un cierre como qué bueno que trabajé con la Fran, y todos ponen cosas como ay, Fran, gracias, fue súper bonito trabajar contigo, blablabla. Pero muchos colegas míos terminan un proyecto ilustrativo y se olvidan del cliente. Y eso tampoco puede ser.

Uno nunca sabe si te van a contratar de nuevo, si tienen nuevos proyectos. En especial con las revistas. Porque hoy en día a las revistas les llegan mil quinientos portafolios de nuevos ilustradores que cobran mucho más barato que uno.

Te quería preguntar sobre tu gestión personal como profesional: ¿Eres organizada? ¿Lo dejas todo para última hora? ¿Cómo es tu proceso de trabajo? ¿Tienes una base de datos de clientes que cuidas mucho? Todas esas cosas…

En general trato de ser muy organizada, porque soy mi propia jefa. Y eso da pie a la tentación de no hacer nada: Ahora me tengo que sentar en mi escritorio, pero no he lavado la ropa. No, voy a lavar la ropa y después me siento a trabajar. Ay, pero no puedo trabajar si no tomo café. Me voy a hacer un café y después voy a empezar a trabajar. Ah, pero es que tengo tan desordenado el escritorio, tengo que ordenarlo. Cuando tenga el escritorio ordenado me pongo a trabajar. Oh, pero es que ya es la hora del almuerzo. Almuerzo y me pongo a trabajar… Yo soy súper buena para eso, procrastinar. Entonces, en general trato de ser muy firme conmigo misma porque yo soy la única que puedo autosabotearme, por así decirlo. Trato de tener horarios, trato de despertarme todos los días a la misma hora, trato de… Literalmente, tener un horario, como “lunes, me despierto a esta hora, trabajo a esta hora”…

O sea, te lo montas como si fuera un horario laboral.

Como si de verdad estuviese trabajando en una oficina. Y cuando Edu me ve que yo estoy sentada en mi escritorio, él sabe que yo estoy en la pega, en el trabajo, y no puede hablarme. O sea, sí puede hablarme, pero… Idealmente él también trabaja conmigo desde el departamento, entonces si los dos estamos en el computador generalmente estamos trabajando. Y podríamos estar todo el día haciendo nada, o saliendo a pasear, o durmiendo. Pero los dos respetamos tanto el trabajo y el espacio del otro, que siempre solemos ser muy respetuosos.

Al principio es muy frustrante sentirte obligado a trabajar en un espacio que compartes con tu familia o con compañeros de piso o con pareja, porque no tienes la posibilidad ni el dinero para irte a otro sitio, y estos conflictos e interrupciones son muy difíciles de solucionar… Nuestro entorno a veces no entiende o no respeta nuestro trabajo.

Con mis amigos también fue así al principio. Como ellos pensaban que yo estaba en el departamento porque sí, era como “¿te puedo ir a ver ahora un ratito? No, estoy trabajando. No, pero un momentito nada más.” E iban, y se ponían a tomar té, y toda la tarde conversando. En general, daba pie para la que la gente pensara que yo no estaba haciendo nada. Entonces, hay que ser muy territoriales en general, no sólo con uno mismo sino con los amigos. Amigos, estoy trabajando. Imaginen que estoy en una oficina de verdad. Porque esta es mi oficina de verdad. Entonces trato de ser organizada, por eso mismo. Por ejemplo, ya sé que los viernes son mi día de pedidos de mi tienda online, entonces sobre todo el viernes lo dispongo para armar los pedidos, escribir las direcciones, ir al correo, ir a imprimir… Toda esa pega corporativa. Ya sé que en general las mañanas son el momento que uso para escribir mails, responder cotizaciones, actualizar mi blog, mi cuenta de youtube… Ese tipo de cosas. Y en las tardes hago el “trabajo duro”, como dibujar, pintar… Acá no me pasa tanto porque no tengo clientes alemanes, pero en general las tardes y algunas mañanas las usaba para reuniones. Eso me pasaba más en Santiago, porque tenía varios clientes que vivían ahí, entonces disponía de un día para hacer todas las reuniones. Porque eso fue un error que cometí al principio, cuando tenía una reunión diaria. Entonces era terrible…

Pero tener todas las reuniones el mismo día es muy cansado, ¿no?

Pero es lo mejor. Porque uno gasta menos tiempo y menos dinero en pasajes. Entonces lo mejor es tener un día administrativo en que te juntas con todos los clientes, para que tus días laborables no se sigan interrumpiendo por las reuniones. Cosa que aprendí los últimos cinco meses que estuve en Santiago. Y también da pie para terminar la reunión a tiempo, no te puedes quedar infinitamente: “no puedo, tengo que irme.” Entonces dejas todo muy conciso.

También me pasa que soy muy mala respondiendo mails. Se me va el día muy rápido y soy muy mala respondiendo mails o enviando presupuestos. Es lo peor. Porque me puede tomar mucho tiempo enviando un presupuesto que puede no resultar, puede no funcionar el proyecto. Ahora tengo un sistema en que respondo los correos importantes todos los días; pero hay mucha gente que me escribe, y que me encanta, y que me escribe preguntándome cosas como “Fran, ¿tú sabes dónde puedo encontrar esta información?”, o gente muy linda que me escribe “Fran, tus dibujos me encantan, me inspiró a dibujar..”. Y que son mails que yo también mandé y me gusta responder. Una vez a la semana respondo a esos mails que no son tan urgentes, pero que me gusta responder porque a la gente la hace muy feliz.

En el fondo, al ser mi propia jefa tuve que empezar a tener una metodología de trabajo que a mí me funcionara. Funciono muy bien en las mañanas, y funciono muy bien despertándome temprano. Pero también conozco ilustradores que no funcionan en la mañana, y prefieren quedarse trabajando hasta las tres de la mañana pero despertándose a las doce. Y está bien, yo creo que eso es lo bonito de ser ilustrador independiente, o independiente en general, que uno puede tener su propio horario.

Y el último consejo que a mí me sirvió mucho, es tener una lista de las cosas que uno tiene que hacer, no sólo al día sino a la semana, como metas. Porque uno puede estar todo un día muy enfocado en un trabajo, y se te fue el día haciendo sólo un proyecto, pero después te das cuenta de que tenías que hacer otras cosas. Tener una lista con metas diarias y metas semanales te ayuda mucho a organizarte y a planificar: Hoy el día lo tengo relativamente libre, entonces en la mañana voy a hacer esto y por la tarde me voy a dedicar a mis cosas personales, actualizar mi blog o algún proyecto personal que tenga en mente, cosas así. Pero sé que al final de esta semana tengo que tener esto y esto listo. Armarse una idea de lo que uno tiene que hacer yo creo que es el mejor consejo que he recibido y que he aprendido siendo independiente.

¿Y hay alguna cosa que hacías al principio y que ahora te das cuenta que era un error grande o que te gustaría haber evitado?

A mí también lo que pasaba mucho al principio es que me daba vergüenza cobrar. No porque no quisiese cobrar, sino porque todo al principio me daba vergüenza. Porque como era nueva, siempre todo lo que rodea a la plata, al dinero, es muy incómodo. Ponerle un precio a tu trabajo es muy incómodo.

Ya, pero la cuestión es por qué. Es una cuestión social, ¿no?

Sí, es muy extraña. Al partir, y quizás al estar muy desesperada por encontrar un trabajo o recibir tus primeros sueldos o pagos, uno se siente con la necesidad de consentir demasiado al cliente. Por ejemplo, mi precio es éste y el cliente te dice, “no, te voy a pagar un tercio de eso.” Y tú: “Ya, bueno, no importa.” Y el “ya, bueno, no importa” es terrible, porque en el fondo no solo estamos “malcriando” a clientes, sino que estamos bajando la vara de próximos ilustradores o del medio en general. Y eso a mí me pasó mucho al principio, que me daba vergüenza sobreponerme al cliente.

Da la sensación que como dibujar es algo que hemos hecho casi todos toda la vida y viene de un hobby, no lo valoramos ni sabemos medirlo… Pero en ese cambio de chip de hobby a profesional es muy importante. Al final es que somos nuestros peores enemigos para esas cosas…

Sí, me da pena que el carácter de decir “bueno, si no resulta el trabajo no importa”, recién lo vengo ganando ahora. Y cuando uno parte no tiene ese carácter: “Si no quieres pagar, mejor consíguete a otra persona.” Me habría gustado tenerlo claro desde el principio. Y también me hubiera gustado saber desde el principio que uno tiene que tener un documento con tus “términos y condiciones del servicio”.

¿Ahí metes el tema de derechos de autor, etcétera?

Sí, es un documento en el que uno le enseña al cliente amenamente y muy “buena onda” cómo uno trabaja. El mío también es super informal, para variar.

Eso en Europa no lo hace nadie y parece muy buena idea e importante para los clientes.

Los ilustradores tenemos que tenerlo porque ahí uno no sólo se presenta como ilustrador. Está bien que el cliente conozca nuestro trabajo, pero también tiene que saber cómo uno trabaja. Y como uno no puede escribir un mail a cada cliente, yo hice esta hoja muy amena, con muchos dibujitos y muy entretenida, en que me encargo de explicar al cliente cómo trabajo. Por ejemplo, cómo mando los bocetos, qué formato entrego, y por supuesto algunas reglas que también son explicadas en forma amena, pero que dicen por ejemplo que yo no trabajo si no hay un cincuenta por ciento de adelanto. Cosa que aprendí muy tarde, lo que hizo que muchos clientes se “fugaran” sin pagarme.

¿Pero sabes que eso lo hacen muy pocos clientes, lo de pagar un adelanto? Para trabajos como publicidad o editorial eso no lo paga nadie.

Claro, depende siempre del mercado. Porque hay muchos clientes en los que yo confío, que son grandes empresas y ahí no me importa, porque sé que en su política de empresa no me pueden pagar un cincuenta por ciento de adelanto. Pero cuando se trata de particulares, yo siempre pido el cincuenta por ciento, y hay algunos particulares que deciden pagarme todo inmediatamente. Pero generalmente las personas que se han dado a la fuga son particulares. Para no tener malos ratos, yo ideé este documento que dice cómo yo entrego o dónde tienen que depositar el dinero. Toda esa información que puede ser muy aburrida, o puede ser explicada muy “mala onda”, lo hago en la mejor de las ondas. Y al final del documento pongo que al trabajar conmigo accedes a estas condiciones y términos. En el fondo es como un contrato.

¡Exacto! ¿Y todo el tema del número de bocetos, correcciones…?

La primera vez que yo trabajé para una agencia fueron tantas las correcciones, que originalmente iba a durar tres semanas, y terminó durando cuatro meses y medio. Porque yo no pensé que uno pudiera hacer correcciones infinitas a un proyecto. Entonces decidí que éste es mi número máximo de correcciones, todas las correcciones que vengan después de eso son pagadas. Igual yo explico a mis clientes que yo me encargo de que nunca sobrepasemos el número de correcciones gratuitas, porque mi labor como ilustradora también es captar lo que quiere el cliente en primera instancia.

Les tienes que generar esa confianza, para que se fíen de que lo vas a hacer bien.

Sí, porque ellos pueden asustarse un poco si dicen, oye, pero qué pasa si el ilustrador se muestra desinteresado, a él obviamente le conviene esperar hasta las correcciones pagadas. No, no te preocupes, yo me voy a encargar de que no lleguemos.

Esto de las correcciones limitadas también lo pongo en el documento y en la cotización. Cuando la gente quiere empezar a trabajar conmigo, el primer mail de respuesta es hola, explícame más del proyecto. ¡Ah! Y de paso te mando este documento que es muy entretenido de leer y blablabla. Y todo el mundo me responde oye, me reí mucho con tu documento, qué bacán que trabajes así, me gustó mucho. Y ahí me cuentan en qué consiste el proyecto. Pero el documento es en general es lo primero que ven.

Da una imagen de profesionalidad. Ellos confían mucho más en ilustradores que hacen eso. Con esos detallitos chicos. O por ejemplo la cotización, el presupuesto, en un documento, no en el mail. Porque en el presupuesto uno puede poner el detalle del proyecto, cuánto te demoras, el número de correcciones, el precio…

Crear una maquetación que te represente, ¿no? Algo corporativo y profesional…

Esos son los primeros detalles en que uno se da cuenta de que es un profesional. Cuánto te demoras en responder un mail también habla de qué tan profesional eres.

¿Crees que es importante responder rápido? Es que hay gente que le pasa al revés, que dice que es mejor hacerles esperar un pelín.

Yo espero un día, en general. Pero no lo hago conscientemente por hacerlos esperar. Lo hago porque generalmente no puedo responder los mails todos los días. Depende del cliente. Porque tengo una revista chilena que hace el cierre los miércoles. Entonces generalmente, ellos me escriben el martes porque necesitan la ilustración para ese mismo día. O para el mismo miércoles. Entonces yo sé que cuando me escribe Fabián -el chico de la revista- le tengo que responder inmediatamente. El mismo día, a la misma hora, apenas leo el mail. Hay excepciones. Pero me tomo mucho tiempo para hablar con las personas antes de iniciar un proyecto: qué es lo que ellos quieren, qué es lo que ellos se imaginan, si tienen referentes de otros proyectos o de cosas que vieron en mi portafolio que ellos quisieran aplicar. Me gusta sentirme cercana a mis clientes, no los veo como una bolsa de dinero con patas. Realmente me gusta saber quiénes son, ver fotos de ellos, qué es lo que hacen, muchos de ellos me agregan al facebook… Tener esa cercanía es muy importante, especialmente porque con muchos de ellos nunca me voy a poder juntar a tomar un café. Esa es la cercanía que yo sí tenía en Santiago y ahora no la tengo. Y es muy importante cuando uno tiene una tienda online, porque ahora es muy posible que alguien te estafe en internet. Tener una tienda online implica que uno tiene que humanizar su imagen virtual. Por eso tengo un canal de youtube, porque la gente puede conocerme, y ve que no soy ninguna estafadora, ni traficante de drogas, que tengo gatos (risas).

Automáticamente, sienten más confianza al saber cómo es mi personalidad, que tengo gatos, que vivo en Berlín o que me gusta hacer galletas…

Y también es lo que ocurre, por ejemplo, cuando me piden descuentos, “ay Fran, por favor me puedes hacer un descuento.” Hay que tratar de ser amable incluso cuando un cliente puede no ser amable. Muchas veces me pasa que hay chicos y chicas que están acostumbrados a recibir muchos descuentos. O como trabajan con grandes tiendas, quizás piensan que puede bajarse un poco el precio de todo. Pero yo siempre les explico amablemente que yo soy sólo una persona, que yo hago todo el trabajo, que también tengo que pagar cuentas, que tengo que pagar un arriendo. Y generalmente cuando les explico eso, que no soy una gran transnacional y todo lo hago de primera mano, ellos siempre reaccionan bien, se dan cuenta de que no hay lugar a reducir costes.

¿Qué tipo de encargos estás recibiendo más en el último año o dos años, para qué mercados trabajas más?

Como un mix de todo. En general yo creo que la mayoría de los últimos proyectos que he hecho han sido editorial: prensa, revistas… Medios de comunicación en general.

Siempre ilustración para adultos, verdad. ¿O haces algo infantil?

Ahora también estoy haciendo infantil.

Pero ha sido algo reciente, ¿no?

Sí. Siempre había querido ilustrar libros infantiles. Pero yo sabía que el medio de libros en Chile es muy pobre y es muy escaso. Tiene muy poca demanda. En general los recursos para pagar a los ilustradores en los medios de libros son muy, muy pocos. Nadie vive haciendo libros en Chile.

Ni en España. El álbum ilustrado es como eso que quiere hacer todo el mundo porque es super romántico, pero no da de comer.

En Chile pasa exactamente igual. A veces ni siquiera te dan adelanto. Lo que ocurre es que partí… el diario La Tercera es de un grupo periodístico que también tiene revistas. Y ahí yo partí haciendo ilustraciones de prensa. Y en general siempre me he movido mucho con el tema de la prensa, porque tengo un estilo mío que funciona para temas políticos, temas de economía y temas de ciencia. También hago muchos trabajos para particulares. Ahora estoy trabajando también mucho con youtubers…

Es increíble ver la evolución, porque me doy cuenta de que mi trabajo puede ser plasmado en muchos medios de comunicación, no sólo en los de prensa escrita, sino que de repente hay alguien que quiere enchular su blog o su página de youtube, y también pueden recurrir a mí para hacer ese trabajo. En general, particulares que tienen pequeñas empresas y quieren su logo, o una papelería, o chicas que tienen como pequeñas empresas. O incluso cosas como mi novio y yo estamos de aniversario, “¿me puedes hacer un retrato conmigo y con mi novio?” Ese tipo de comisiones. El otro pedacito se lo lleva mi tienda online, que es la que estoy teniendo en Etsy. Siempre había querido tener productos en venta online, pero en Chile el sistema de correos es muy malo. Es muy, muy lento, porque nadie usa el correo en Chile. Pero aquí en Alemania es muy, muy usado. El Estado alemán confía mucho en el correo como una entidad fundamental. En general, Alemania lo que hace es que si por ejemplo uno tiene que corroborar identidad, uno lo hace en el correo. Tú muestras tu carnet de identidad y ellos te firman. El correo acá es un agente muy importante en el gobierno, de hecho todas las cosas importantes te llegan por correo: tus claves bancarias, tu pasaporte, todo funciona por medio del correo. Entonces yo dije, si estoy viviendo acá, lo mínimo que puedo hacer es cumplir mi sueño de tener mi tienda online, así empiezo a sacar productos…

¿Lo produces y lo distribuyes todo siempre tú?

Yo sola.

¿Y qué productos son?

Ahora tengo muchos stickers, tengo mi diario ilustrado de viaje, en inglés y en español. Todo en inglés y en español. Ahora acabo de sacar una tarjeta navideña muy óptima. Tengo papelería en general, impresiones de mis ilustraciones para que la gente las pueda enmarcar, ahora voy a sacar más tarjetas… Mi sueño ideal sería dedicarme al cien por cien a mi tienda. Pero es bonito, porque el avance que he tenido en mi tienda el último año ha sido tan increíble que creo que de aquí a un año voy a poder estar viviendo de ella.

Hay muchos ilustradores que están pensando en montar sus tiendas propias, pero piensan que es complicado. Es verdad que está empezando a funcionar muy muy bien gracias a que ya hay más confianza en la red. En Reino Unido y en Europa hay más confianza, pero España y Latinoamérica aún siguen muy reacias a la compra online.

Es que esa confianza yo creo que también se debe dar por parte de la persona que vende. Por eso es que yo elegí Etsy, porque Etsy es un gran portal de chicas, o chicos también, que venden cosas hechas a mano. Es un portal que ya da mucha seguridad para comprar porque están todos en la misma parada, están todos haciendo lo mismo. Es muy raro que en Etsy alguien vaya a estafarte, porque hay gente detrás de esas tiendas. En Alemania tienen DaWanda, es como la misma versión en alemán.

Te quería preguntar por el tema de los presupuestos, ¿tienes alguna lista de factores que influyen a la hora de generar un presupuesto? Porque es verdad que no existe ninguna tarifa, es horrible.

Esta es la pregunta que más me llega: “Fran, no sé cuánto cobrar…”

Es que en ilustración no hay tarifas. Pero claro, nadie habla de eso, nadie lo explica. Por ejemplo, en prensa sí que va un poco por tamaño, si es a todo color… Esas cosas sí que están más controladas.

Obvio. Yo creo que el primer referente de precios lo tuve cuando empecé a trabajar en La Tercera, porque ellos tenían un precio estándar y fijo que no se mueve por nada del mundo. Y siempre eran ilustraciones muy pequeñas que debían hacerse muy rápido, porque en veinte minutos había que armar la página de la última noticia. Era ese precio estándar que tenían, y de hecho yo partí sumando cada vez más. No infinitamente, como es obvio, pero en relación a qué factores influyen en el precio de una ilustración, por ejemplo el tamaño. Porque es muy diferente hacer una ilustración tamaño A4 que, no sé, poster gigante. El plazo de entrega: es muy diferente hacer una ilustración que se tiene que entregar en tres horas que una ilustración que se puede entregar en dos semanas más. El número de correcciones, fuera del mínimo, obviamente. Para mí influye mucho el número de personajes que va a estar en escena. La complejidad.

A veces se confunde tamaño y complejidad…

Claro. Es que te pueden pedir una ilustración gigante que es muy simple, o una ilustración pequeña muy detallada. Para mí siempre es muy difícil ilustrar muchas personas en una misma escena. Eso también me influye. Lo que tú decías, si es a todo color o en blanco y negro, o por ejemplo solo el trazo… Y también un factor que influye mucho es el nivel de experiencia. Evidentemente, no puedes cobrar lo mismo que cobrabas cuando empezaste. Una persona que lleva veinte años como ilustrador no puede cobrar lo mismo que una persona que lleva tres meses. Me acuerdo que hay un libro que tienes que leer, que se llama “Creative inc.”, que es muy bonito y me ayudó mucho a ser independiente porque habla acerca de independientes en el medio artístico, fotográfico, de diseño gráfico e ilustrativo. Ese fue el primer libro que yo leí que enseña derechamente cuánto cobrar. Te enseña de primera fuente cómo hacer un presupuesto, cómo hacer una hoja de términos y condiciones de servicio… La pega que nadie te enseña, ellos te la enseñan. Es maravilloso, y fue escrito por dos chicas que tienen una oficina juntas, y decidieron por fin escribir toda esta información que han recopilado con su experiencia. Y la cosa es que ellas fueron las primeras a las que yo escuché decir que una tiene que hacer un reajuste de sueldo una vez al año. Porque así como el arriendo sube una vez al año, los impuestos suben una vez al año… uno también tiene que hacer un aumento de sueldo, por así decirlo. Que si tú cobrabas “equis” un año, al año siguiente tienes que cobrar “equis” más, no sé, 5%, o 2%, lo que sea. Y de eso yo no tenía idea, y me pareció muy evidente cuando lo leí. Y es por eso que un ilustrador tiene que ir cobrando más, porque la experiencia es algo que cuesta. Porque uno lee, porque uno practica, porque uno trabaja, porque uno se nutre de clientes.

El nivel de exposición. Por eso es muy importante que en el portafolio pongas si te han hecho entrevistas, si has salido en algún medio editorial, tu número de publicaciones, si has expuesto en alguna galería, si te han entrevistado, si has dado charlas, si has viajado para alguna conferencia… Y eso en el fondo es lo que va sumando de a poquito como el valor total de la ilustración.

Sí, incluso librerías que a lo mejor están un poquito más especializadas en arte, también están dándole mucha visibilidad a proyectos independientes.

Yo me di cuenta de que las oportunidades se dan cuando uno las busca, o cuando uno es insistente, entendí que cuando uno es ilustrador y está partiendo tiene que ser doblemente esforzado. Y mandar mails, y mandar portafolios, y tocar puertas, y generar sus propios proyectos, que es lo que hablábamos también del autoencargo. No esperar a que un editor toque tu puerta. Eso nunca va a ocurrir. No esperar a que eso ocurra y hacerlo uno mismo. Imprimir tu propio libro o tu propia revista, o tu propio fanzine, y venderlos en una feria… No esperar a que eso ocurra. En el fondo, ser esforzado, como autogestionarse, que es la palabra que estoy buscando. Tus propias publicaciones pueden ser mucho más interesantes que una publicación que podría hacerte una gran editorial, porque ahora en Europa en general, en Berlín, está siendo muy conocido el tema de la autoedición. Cosa que todavía a Chile no llega. Pero acá, todas las tiendas de comic tienen una sección de producto autoeditado.

¿Tú qué crees que tienen que hacer los ilustradores para empezar a encontrar trabajo y clientes?

Además, ahora encima está de moda. Entonces, ¿por qué esperar a que una gran editorial te publique si es que ahora está tan de moda hacerlo uno?

Tenemos también las herramientas más a mano que nunca, y las redes sociales, el crowdfunding…

¡Sí! Y a la gente en general, a los consumidores les gusta el libro-objeto, que es un libro de muy bajo tiraje hecho por el mismo autor, hecho a mano, el hand made, que ahora está super de moda… Y la gente en general está dispuesta a pagar un precio mayor por un libro de bajo tiraje que por un libro de tiraje ridículamente alto.

Y para acabar, ¿un consejo para motivar a los ilustradores que están empezando y que se dan cuenta de que hay que hacerse cargo de muchos temas diferentes que hay que aprender? ¿Para tí, que es lo que más merece la pena de ser ilustradora?

A mí me pasa que soy infinitamente feliz haciendo lo que hago. Pasé mucho tiempo de mi carrera universitaria con miedo, porque a mis compañeros de curso, de morbosos, les encantaba ver estos estudios de mierda que salían de repente en los diarios, como “cuánto es lo que gana mensualmente un diseñador gráfico”. Y todos se morían de la risa, y también se morían de miedo, porque un diseñador gráfico puede hacer doscientos o ciento cincuenta euros mensuales. Y nos bajaba de repente depresión, porque es algo que amamos tanto… Pero es tan mal pagado que ya uno salía sabiendo que eso podía ocurrir. Muchos en el camino también se desanimaban, muchos desertan de la carrera de diseño gráfico o de ilustración por lo mismo. Porque claro, todo el mundo quiere fama y éxito y mujeres y drogas…

Y rock and roll (risas).

… Pero pasa que yo elegí la carrera de ilustración porque era realmente algo que yo amo hacer con todo mi corazón. Y yo prefiero ser pobre y feliz que tener una carrera exitosa pero ser miserablemente infeliz.

Pero todos esos esfuerzos complementarios que hay que hacer, que tienen que ver con ser tu propia jefa, ¿a ti te merecen la pena?

Sí. Yo creo que cuando uno ama lo que hace, todo lo que rodea ese esfuerzo vale absolutamente la pena. Todo es en pro de esa gran meta: dedicarme a lo que yo amo. No importa si quizá durante los primeros dos años no tengo un buen sueldo, con tal de algún día cumplirlo. En general pasa mucho que hay muchos chicos que quieren resultados inmediatos, y que están muy enfocados al resultado, el resultado, el resultado, cuando el proceso también es algo muy importante. Porque uno puede vivir en ese proceso sin ver un resultado durante mucho tiempo. Disfrutar el proceso de ser ilustrador, de trabajar muy duro, de tener buenos compañeros de trabajo, de tener buena relación con los profesores…

Al principio uno a los profesores los ve como algo tedioso, y como ay, ese imbécil que me hace la vida imposible. Pero los profesores en algún momento van a ser colegas que nos pueden ayudar, que pueden tendernos una mano…

También es que hay profesores y profesores…

También. Obvio. Pero creo que un consejo muy importante es ser amable con todos. Siempre. Con uno mismo y con la gente que te rodea.

Al principio uno a los profesores los ve como algo tedioso, y como ay, ese imbécil que me hace la vida imposible. Pero los profesores en algún momento van a ser colegas que nos pueden ayudar, que pueden tendernos una mano…

 

Incluso aunque no compartas opiniones.

¡Sí! Pero nunca sabes cuándo esa persona va a volver a tu vida, o cuándo ese cliente va a recomendarte. Ser amable y hacer lo que uno ama. De verdad.

Al principio uno a los profesores los ve como algo tedioso, y como ay, ese imbécil que me hace la vida imposible. Pero los profesores en algún momento van a ser colegas que nos pueden ayudar, que pueden tendernos una mano…

Entrevista realizada en persona, grabada y transcrita posteriormente. Año 2015.

Frannerd

Nació en Chile en 1987 y empezó a dibujar desde muy pequeña. Como sus principales referentes eran Sailor Moon, se volvió muy buena dibujando anime. Estudió Diseño Gráfico, y en el tercer año de universidad decidió buscar su estilo y desarrollarlo para diferenciarse. Aprendió a ilustrar de manera autodidacta durante la carrera, así que fue mostrando sus ilustraciones por canales digitales, convirtiéndose en una conocida blogger y posteriormente youtuber. Ha residido varios años en Berlín, aunque en la actualidad vive en Reino Unido, trabajando en distintas áreas del sector de la comunicación: ilustra para periódicos, revistas, blogs, etc; Pero en lo que más disfruta es en la ilustración de libros infantiles y en textos educativos para público infantil. Y lo que más le gusta dibujar son chicas y gatos.

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