Icono del sitio Ilustrando Dudas

Quiero ser ilustrador profesional

Sabemos que todos venís de realidades diferentes. Algunos de una formación que no tiene nada que ver con esto, otros puede que llevéis años especializandos, otros aprendiendo de manera autodidacta o estudiando alguna carrera creativa relacionada… El caso es que todos queréis dar el salto y trabajar como ilustradores profesionales y para eso necesitáis empezar a encontrar información y referencias sobre la profesión y el sector en el que os queréis meter.

Para escribir este artículo vamos a partir de la base de que todos os habéis formado ya a nivel técnico y creativo, que sabéis en qué consiste ser ilustrador profesional y que estáis intentando conseguir encargos y clientes de un sector en concreto que trabaje con ilustración (publicidad, editorial, producto, moda, etc). Sino es así, ya sabéis cuáles son los primeros pasos que tenéis que dar:

1. Saber en qué consiste exactamente ser ilustrador profesional.
2. Formaros en todos los ámbitos necesarios para poder llevar este trabajo a cabo: comunicación visual, técnicas de dibujo y pintura, programas de ordenador, etc…

3. Volver a leer este artículo. 

Y ahora sí, manos a la obra: Vamos a daros unos primeros consejos para que podáis poneros en marcha y decidir hacia dónde dirigir vuestro esfuerzo. Y para ello nos vamos a basar en un artículo llamado “Advice for Graduates” escrito por Neil Swaab, ilustrador y director de arte americano. ¡Esperamos que la lista de consejos que recopilamos aquí os sea de mucha utilidad!

 Quiero ser ilustrador profesional, ¿Por dónde empiezo?

Piensa: Tienes que pararte a pensar. Parece una tontería, pero te aseguramos que te va a ahorrar mucho tiempo y mucho trabajo en balde en el futuro a corto y medio plazo. Al principio se juntan varios factores que suelen provocar que nos dispersemos y no tomemos decisiones muy acertadas. Por ejemplo:

Necesitamos tener ilustraciones para meter en el portafolio. Nos sentamos delante de un papel en blanco y hacemos lo primero que se nos ocurre. ¿Por qué hacemos eso si sabemos que hay mil mercados diferentes y que cada uno tiene necesidades muy diferentes? Tendremos que pensar primero para qué se usaría la ilustración que queremos hacer antes de ponernos a dibujar, ¿no?

Otro ejemplo: Nos tenemos que hacer un portafolio, y nos lo hacemos impreso. Nos pasamos mil años componiéndolo y peleándonos con InDesign, nos gastamos un dineral en imprimirlo y encuadernarlo, etc. ¿Por qué, si lo más sencillo y barato es hacerlo on-line y mandar mails y publicarlo en las redes sociales para que lo vea todo el mundo? Obviamente llegará un momento en el que lo necesitaremos impreso, pero no al principio.

Estos son solo dos ejemplos de decisiones que tomamos que no suelen estar demasiado pensadas. Por tanto, es importante que te tomes un rato y que tengas en cuenta las siguientes cuestiones antes de hacer nada. Ese es nuestro primer consejo:

-¿A qué mercado me quiero dedicar? Publicidad, editorial, álbum ilustrado, libro de texto, producto, videojuegos, animación…
-¿Cuánto tiempo tengo para poder dedicarme a crear ilustraciones y montar mi portafolio?
-¿Cuánto dinero puedo invertir en promocionarme y darme a conocer? ¿Necesito otro trabajo para compaginarlo o recibo ayuda de familia, pareja, etc?
-¿Necesito formarme en algún aspecto de la profesión en el que falle o me falten conocimientos?
-¿Dónde quiero (o debo) estar de aquí a un año, y a dos, y a cinco?
-¿Quiero trabajar a nivel nacional o internacional?
…..

Estas son solo algunas de las cuestiones que nos debemos plantear antes de mover un lápiz o el ordenador. Hazte tu propia lista de cuestiones y define qué quieres, que necesitas y qué debes hacer. Al ir descartando o concretando las diferentes cuestiones, te estarás creando un mapa mental de los pasos que debes dar y en qué orden.

ASESORAMIENTO PERSONALIZADO

¿Se te acumulan las dudas sobre la profesión? ¿Necesitas pedir feedback? ¿Tienes un encargo y no sabes presupuestarlo? ¡Podemos ayudarte!

Es un maratón: Es importantísimo que asimilemos desde el principio que ser ilustrador profesional es una carrera de fondo y de obstáculos, no de velocidad. Esto significa que hay que ser constante, dosificar las fuerzas, no rendirse ante críticas negativas, baches o falta de respuestas, ser exigentes con nosotros mismos, sembrar mucho y pensar a largo plazo, ya que los resultados de todo aquello que hagamos pueden tardar en llegar. Siendo conscientes de esto desde un primer momento, tendremos una actitud mucho más positiva y sana hacia nuestra profesión.

Sé práctico y decidido: Todos los pasos que demos y las iniciativas que tengamos deben tener el objetivo principal de conseguir trabajo, ya sea directa o indirectamente. Por ello debemos priorizar y dedicar nuestro tiempo a esas tareas, y sobre todo, no acobardarnos pensando que al estar empezando aún no estamos preparados para lanzarnos al mercado. Esta profesión no es apta para personas tímidas y debemos estar orgullosos de lo que hacemos para poder venderlo como es debido. Eso no quiere decir que no debamos ser exigentes e intentar mejorar siempre, pero tampoco podemos dejar que nuestros miedos nos puedan y retrasen una serie de acciones que debemos realizar para darnos a conocer y vender nuestro trabajo.

Consigue dinero para vivir: Vivir de ser ilustrador freelance a tiempo completo nos puede costar unos años, ya que como todos sabéis, es un trabajo un poco inestable porque un mes te pueden entrar cinco súper proyectos y durante los tres meses siguientes nada de nada. Además al empezar tenemos el handicap de que no tenemos ninguna entrada de dinero, así que es muy común que la mayoría de los ilustradores hayan empezado compaginando la ilustración con otros trabajos, preferentemente que fueran de fin de semana, a media jornada o con horario flexible. Es verdad que el mundo nos vende que los mejores ilustradores han triunfado súper rápido, consiguen encargos súper bien pagados y tienen sus agendas a tope de trabajo, pero eso es la excepción de la regla, no lo habitual, por eso, no debemos obsesionarnos ni compararnos. Debemos crear nuestro propio camino para llegar a donde queremos y no se nos van a caer los anillos por trabajar de camareros, profesores particulares o cualquier otra cosa para pagar las facturas. Además, esto nos permitirá no aceptar cualquier encargado mal pagado y con condiciones de trabajo nefastas por la desesperación de no tener dinero para pagar el alquiler.

Adquiere habilidades diferentes: Todos hemos visto, cotilleando por internet, miles de ilustraciones impresionantes de personas con mucho talento. Y quizás esto nos lleva a pensar que la clave del éxito está en ese talento para ser técnicamente impresionante, pero no es así, muchos de esos genios no son capaces de vivir de lo que hacen. El talento representa un porcentaje muy pequeño de todo lo que un ilustrador debe saber hacer para tener éxito: Hay que ser disciplinados, constantes, saber promocionarnos y vendernos bien, movernos y hacer networking, saber negociar las condiciones y tratar con los clientes, responder a los plazos de entrega, etc. La suma de todas estas habilidades son las que hacen a un buen ilustrador profesional y aumentan sus probabilidades de éxito.

Asimila las críticas: Algo muy común en los profesionales creativos es que no nos tomamos muy bien que interfieran en nuestro trabajo o lo critiquen. Debemos acostumbrarnos a recibir críticas, y debemos saber también a cuáles de ellas debemos hacer caso y a cuáles no, ya que nosotros podemos tomar ciertas decisiones sobre nuestro trabajo que estén bien fundamentadas y por ello también debemos ser capaces de defender lo que hemos hecho. Por tanto, hay que conseguir un equilibrio entre ser flexibles y saber hacer los cambios que se nos piden o plantarnos y defender lo que hacemos, siempre y cuando tengamos buenos argumentos, y tengamos la paciencia y el buen humor para saber explicarlo sin que resulte violento. Debemos recordar en todo momento que nuestro trabajo debe responder a un briefing, es decir, a una necesidad concreta, y por tanto no somos artistas libres de hacer lo que queramos. El cliente será el que sopesará si nuestro trabajo responde o no a lo que necesita y si debemos hacer ciertos cambios. Cuando se produce una simbiosis entre un cliente sensible, que entiende nuestro trabajo y saca el mejor partido de lo que sabemos hacer, los cambios sugeridos siempre se traducen en un mejor resultado en el trabajo del ilustrador, pero para ello nosotros también tenemos que estar abiertos a colaborar. Es una cuestión complicada, la verdad, pero muy importante, y todo depende de nuestra actitud.

El lugar donde vives importa: El lugar en el que vivimos sí importa a la hora de conseguir trabajo. El mundo de las nuevas tecnologías nos vende que estamos todos interconectados y que da igual que vivamos en la Antártida mientras podamos comunicarnos y compartir lo que hagamos desde allí. Pero esto no sucede así exactamente. La realidad es que al empezar nadie nos conoce y el networking y el estar presentes en eventos, el poder reunirnos en persona y el estar en una ciudad donde se respira cultura y creatividad es muy importante. Sobre todo al empezar. Una vez ya tengamos un caché, un reconocimiento y una buena cartera de clientes, es más sencillo que podamos ir a vivir donde sea porque mientras tengamos internet podremos trabajar sin problemas. ¿Y qué lugares son los mejores para los ilustradores que estamos empezando? Barcelona, Madrid, Valencia (España), Berlín (Alemania), Londres (UK), París (Francia), Amsterdam (Holanda), Milán (Italia), Bogotá, Medellín (Colombia), Buenos Aires, La Plata (Argentina), Río de Janeiro, Sao Paulo (Brasil), D.F, Guadalajara (México), San José (Costa Rica), Nueva York, San Francisco, Chicago (EE.UU.), Singapur (Singapur), Shanghai (China) o Tokio (Japón).

Compite sumando, no restando: No debemos competir bajando el precio, sino añadiendo valor a lo que hacemos. Resolvamos los encargos de una manera profesional, auténtica, seria, con buen humor y paciencia. Un buen trabajo es la mejor publicidad. Y un cliente satisfecho estará contento de pagar lo que le hayamos pedido. No comentamos el error de decir que sí a todo lo que nos ofrecen aunque las condiciones o el presupuesto sean de risa, porque no solo nos estamos perjudicando a nosotros mismos, permitiendo que nuestros clientes no nos respeten, sino que también estamos perjudicando a todo el gremio de ilustradores que rechazan a diario ese tipo de trabajos para conseguir que las condiciones de todos mejoren.

Pregunta e infórmate: Las dudas a lo largo del camino son nuestro pan de cada día, pero eso no nos debe frenar a la hora de exigir lo que es justo cuando nos hacen un encargo. Para ello debemos estar bien informados, saber que somos autores y que negociamos cediendo derechos, que los usos de nuestro trabajo influyen en el precio y que nadie nos está haciendo un favor al contratarnos. Si no sabemos cómo hacer un presupuesto o cuáles son las condiciones justas según el encargo hay que preguntar, preguntar y preguntar. A los libros, a internet, a Ilustrando Dudas, a otros ilustradores que tengan experiencia en lo mismo que se os pide hacer, a las asociaciones de ilustradores profesionales, etc. Siempre tenemos miedo de que la gente se tome mal que le preguntemos, pero en la mayoría de los casos los ilustradores son muy amables y responden. El ‘no’ ya lo tenemos, mejor preguntar que quedarnos con la duda y salir perdiendo por ello.

Saborea tus triunfos: Hay que disfrutar de lo que se va consiguiendo, ya sean pequeños o grandes triunfos. Esto es lo que nos va a mantener motivados a largo plazo. Como ya hemos dicho, la constancia es una de las aptitudes clave para sobrevivir y tener éxito en esta carrera. Así que ser humilde está bien, pero no hay que menospreciarse y no hace falta tener abuela para echarnos piropos y estar orgullosos de nuestros logros.

¡Os deseamos mucho ánimo en esta andadura y que cada uno encuentre su camino y su hueco en el maravilloso sector de la ilustración profesional!

Salir de la versión móvil