Icono del sitio Ilustrando Dudas

Los errores más típicos del ilustrador que empieza

Errar o equivocarse forma parte de cualquier proceso de aprendizaje. Es algo que hay que aceptar e integrar para poder crecer y enfrentarnos a cualquier reto en la vida. En la ilustración pues, pasa igual. Es una disciplina compleja, que se tarda años en aprender y perfeccionar, y al ser un arte aplicado, no solo hay que controlar la parte artística, sino también la parte técnica, empresarial, etc. ¡Son muchas cosas, normal que metamos la pata!

Pero lo importante de equivocarse es analizar y aprender del error para reajustar y mejorar, por eso he querido recopilar los errores que más cometemos los ilustradores cuando estamos empezando.

CONFUNDIR DIBUJO CON ILUSTRACIÓN

Mucha gente que dibuja, que hace retratos, que copia del natural o de foto, etc piensa que hace ilustración porque no está pintando o trabajando sobre un lienzo, confundiendo incluso a veces, técnica con disciplina…

Aunque este es un tema muy discutido, en Ilustrando Dudas tenemos una posición muy clara al respecto porque lo enfocamos desde la perspectiva del ilustración profesional comercial, es decir, del ilustrador que busca recibir encargos de editoriales, agencias de publicidad, estudios de diseño, etc. Así que repito, la ilustración y el dibujo no son lo mismo. El dibujo es una disciplina completamente libre que forma parte de las Bellas Artes y del mercado del Arte, y no tiene una intencionalidad intrínseca a la propia disciplina. La ilustración en cambio es un arte aplicada que a través del dibujo, de la pintura o de cualquier otra arte visual, busca comunicar y ser aplicada y reproducida en diferentes tipos de formatos, materiales, superficies y productos. Por tanto está totalmente condicionada por cuestiones técnicas, narrativas y conceptuales. Es un arte que se usa para comunicar y para formar parte de productos manufacturados en la mayoría de los casos. Por tanto, cuando creamos ilustración siempre necesitamos tener claro dónde va a acabar nuestro trabajo, qué vamos a comunicar, cómo y a quién. Esa es la gran diferencia con el dibujo.

Y sé que estoy simplificando y que la ilustración también puede formar parte del mercado del Arte, ser expuesta, etc, pero en ese caso lo que estamos haciendo es meter un pie en las Bellas Artes a través de la ilustración, descontextualizándola y convirtiéndola en otra cosa.

Así que ya sabéis, preguntaros si tenéis claro en qué consiste la disciplina de la ilustración y si es lo que vosotros estáis haciendo o no. En muchos casos descubriréis que no y que esa es la razón por la que sentís que no estáis avanzando o aprendiendo en la dirección que os gustaría.

FALTA DE CONSISTENCIA. NO ENTRENAR EL MÚSCULO DEL DIBUJO Y LA CREATIVIDAD LO SUFICIENTE

Creo que este es el error más común que se comete. Como prácticamente todos empezamos en la ilustración porque nuestro hobby es el dibujo, se nos olvida que al plantearnos el objetivo de vivir de esto las reglas del juego han de cambiar. No es lo mismo practicar un deporte como hobby o a nivel profesional ¿verdad? Pues aquí es lo mismo.

No podemos permitirnos el lujo de dibujar solo cuando nos apetezca. Hay que entrenar, tanto la mano como la cabeza para tener soltura y buena base de dibujo y también una creatividad a la que podamos recurrir cuando la cosa se ponga seria. Los deportistas profesionales se entrenan 8 horas diarias para estar preparados el día de la competición. Nuestra primera competición es la creación de nuestro portafolio, nuestros primeros proyectos personales y con suerte los encargos que vayamos recibiendo. Si dibujas solo algunos días, un ratito, lo primero que te apetece, sin tener el objetivo de mejorar y ejercitar ciertas cosas, no estarás preparado para “la competición”. Te morirás de miedo, te darán bloqueos, te agobiarás, te costará el triple de tiempo y de dolores de cabeza crear las ilustraciones, etc.

Por eso cualquier ilustrador que está viviendo de esta profesión, te dirá que la clave está en hacer músculo. En dibujar y ejercitar la mano y la cabeza al menos 2 horas diarias. ¡Y eso como mínimo!

Así que ala, afila el lápiz y convierte a tu sketchbooks en tu mejor amigo. Proponte retos de dibujo que hay mil en internet (nosotros todos los veranos – en agosto – e inviernos – en Navidad – hacemos nuestros propios retos) o sal a dibujar del natural o busca juegos y ejercicios de creatividad. Conviértelo en un hábito y ya verás qué rápido mejoras y te pones “cachas”.

PECAR DE FALTA DE SENTIDO CRÍTICO O SER DEMASIADO CRÍTICOS

Sí, la frase suena rara, pero es así. Hay dos perfiles completamente opuestos en este sentido:

Uno es el de las personas que pecan de enamorarse completamente de todo lo que hacen considerando que está perfecto, cuando la realidad es que en la mayoría de los casos son principiantes, no tienen ninguna base de dibujo y tienen aún muuuuucho que mejorar.

Normalmente esto sucede porque no han desarrollado el criterio suficiente para cuestionar y analizar su trabajo, y también porque su entorno familiar, de amistades, etc les colman de halagos diciéndoles lo maravillosos, geniales y estupendos que son sus dibujos y los grandes artistas que están hechos.

Es lógico, el entorno de una persona que está enfocando su carrera al dibujo quiere apoyarle y probablemente bajo su criterio de persona que no tiene por qué saber nada de ilustración, el dibujo está genial. El problema es que estas personas principiantes no se dan cuenta de que la opinión que realmente ha de contar es la de la persona que la va a contratar. Es decir, editores, directores de arte, agentes, etc. Por tanto, lo que piensen el común de los mortales que no forma parte del sector de la ilustración no cuenta. Porque no tienen un criterio suficiente para poder dar un feedback de valor.

Así que por favor, a esas personas les recomiendo que si de verdad quieren conseguir vivir de esto algún día, miren con ojo crítico su trabajo y analicen siempre qué cuestiones se pueden mejorar.

Y luego está el otro perfil, el opuesto. El de las personas que son tan tan tan tan críticas con lo que hacen y se comparan tan constantemente con sus ídolos, que sufren tremendos bloqueos, ansiedad, impaciencia, etc y no consiguen avanzar en su proceso de aprendizaje. Esto es muy común en las personas perfeccionistas o demasiado exigentes, y el problema es que ser perfeccionista está bien visto socialmente así que identificar el problema se vuelve más difícil.

A estas personas les pediría que se pararan a reflexionar sobre cuál es el proceso para cualquier cosa nueva que queramos aprender. Da igual que sea cocinar, tocar un instrumento, bailar, hacer un deporte, hablar un idioma o dibujar y comunicar con imágenes. Para todo hace falta tiempo, aprender las bases, empezar a practicar, a explorar, a probar. Equivocarse, decir o hacer tonterías, liarla parda, reirse, pasar vergüenza, desliar lo que liaste, descubrir, seguir practicando, y sobre todo, disfrutar del proceso.

¿Por qué no somos capaces de aplicar esta lógica cuando queremos aprender ilustración? Yo personalmente pienso que nos metemos demasiadas presiones (queremos demostrar a nuestro entorno que hemos tomado una buena decisión, queremos o necesitamos ganar dinero cuanto antes, dudamos de nuestra propia capacidad, etc…) y al final nos volvemos en nuestros peores enemigos.

Hay un evento genial en el entorno creativo que se llama “Fuck Up Nights” y consiste en pedirle a profesionales creativos de distintas disciplinas que den una pequeña charla contando sus metidas de pata, sus procesos de aprendizaje, sus mayores cagadas. ¡Porque de eso es de lo que más se aprende y porque todos, sin excepción, nos tenemos que equivocar para poder mejorar!

Así que por favor, un poco de paciencia y de disfrute a la hora de coger el lápiz. No os juzguéis. Haced. Divertiros. Explorad. Equivocaros. Y pegarle una patada en el culo a esa voz crítica que no para de deciros que lo que hacéis es una mierda. Porque no es ni bueno ni malo. Es un proceso. La manera de juzgar lo que hacéis ha de ser constructiva con el objeto de ver qué puedes mejorar en el próximo dibujo. Nada más.

Y recordad que todos vuestros ídolos pasaron por lo mismo. La creatividad de cada persona crece y se desarrolla a un ritmo distinto, ¡así que nada de compararse! Es como querer comparar un limón con un calabacín…

QUEDARNOS CON EL PRIMER BOCETO O IDEA QUE SE NOS OCURRE PARA HACER UNA ILUSTRACIÓN

ASESORAMIENTO PERSONALIZADO

¿Se te acumulan las dudas sobre la profesión? ¿Necesitas pedir feedback? ¿Tienes un encargo y no sabes presupuestarlo? ¡Podemos ayudarte!

El proceso creativo, a pesar de lo que se vende, no funciona con la musa apareciendo mágicamente y soplándonos la mejor idea, o con la bombilla encendiéndose de repente. En realidad, hay que insistir. Insistir mucho. De hecho, el proceso se parece más al de la fotografía. ¿Cuántas fotos sueles hacer para conseguir una que merezca la pena con el encuadre y la luz perfectas? Pues muchas. Prueba y error. Prueba y mejora. Prueba y… Y así continuamente.

Pero nadie nos enseña a tener una metodología de trabajo que nos ayude a sacar nuestras mejores ideas, la mejor versión de nuestras ilustraciones. Por eso este punto es muy importante desarrollarlo por nuestra cuenta. Evitar el camino fácil. Si apretamos y nos forzamos a darle más vueltas a un proyecto, una idea, una historia, un dibujo… descubriremos que podemos encontrar soluciones mucho mejores que la primera que se nos ocurrió.

Los anglosajones lo tienen muy claro y en todas las escuelas enseñan la técnica de la miniatura. Empezar a plantear una ilustración en un formato súper pequeño, haciendo muchas miniaturas para plantear conceptos y composiciones, y evitar así dedicar un tiempo precioso al detalle que al inicio no sirve para nada.

Esa es la razón por la que nos solemos enamorar de nuestros primeros bocetos y no queremos hacer más. Porque nos liamos a dibujar en formatos grandes, metemos detalle, dedicamos tiempo y al final nos da pena no usarlos.

Pero hay que ser más lógicos y prácticos y empezar a usar este sistema de miniaturas. Ejemplo: Si has pensado en dibujar un niño explorador, haz 20 versiones en pequeñito de niños altos, extrovertidos, tímidos, regordetes, con pelo a lo afro, sonrisa gigante, asustado, etc. Y luego decide cuál te convence más. Lo mismo para ilustraciones más conceptuales. Quieres ilustrar el concepto de “libertad”. Pues piensa en diez metáforas visuales diferentes y luego analiza cuáles funcionan mejor y desarrolla esas. No te quedes solo en la primera que entonces seguro que haces una jaula abierta con un pájaro volando, ¿a qué sí? jejej. O si estás trabajando en una historia, crea varias composiciones con diferentes planos y perspectivas, cuestiónate desde qué ángulo y distancia tus personajes comunicarán mejor lo que está pasando, etc… y crea alternativas para comparar y poder elegir y salirte de lo típico tipiquísimo: el medio plano frontal.

NO DARLE IMPORTANCIA A LAS CUESTIONES TÉCNICAS

Como comentaba en el primer punto, la ilustración comercial se encuentra siempre condicionada por factores técnicos porque nuestras imágenes van a ir destinadas a acabar en un X formato, sobre X material, a X tamaño, etc. y eso significa que tenemos que saber adaptar nuestro trabajo a esos condicionamientos técnicos para permitir la correcta producción de los productos como libros, tazas, camisetas, posters, periódicos, juguetes, etc.

He de decir que los que más sufren este problema son aquellos que vienen o de aprender de manera autodidacta o de Bellas Artes usando solo técnicas tradicionales, donde no te enseñan jamás a adaptar tu trabajo, solo a plasmarlo sobre un papel o un lienzo. En cambio, las personas que vienen de estudios de diseño o de ilustración sí que suelen controlar algo más las cuestiones técnicas y no les suenan tanto a chino.

Pero para que me entendáis, os voy a poner algunos ejemplos del alcance de este problema:

¿Tú cómo digitalizas tu trabajo? ¿Por casualidad utilizas una cámara o tu móvil para subir tus ilustraciones a tu web o a Instagram? ¿Utilizas un escáner multifunción de esos con impresora que quema tus imágenes o hace que se vean borrosas? ¿A qué resolución se ha de poner una imagen para visualizar en una pantalla? ¿Si te digo que necesito tu ilustración a 25 x 21 cm, 300ppp, en formato TIFF y a RGB me entiendes?

Tu trabajo puede ser extraordinario (esto va sobre todo a los que trabajáis técnicas tradicionales) en vivo y en directo, pero como ilustrador, tu obligación es conseguir que el archivo digital que muestras en tu portafolio o que creas para un encargo se vea y se pueda reproducir igual de bien. Es tu trabajo investigar y aprender cómo hacerlo, y sí, es una tarea complicada porque implica aprender Photoshop, invertir en un buen escáner, en un ordenador potente, aprender a retocar, entender de formatos, adaptar tu trabajo a la herramienta para digitalizar… pero es lo que hay.

ENTENDER EL PORTAFOLIO COMO UN SACO DONDE GUARDAR Y MOSTRAR TODO LO QUE HACEMOS

Para la mayoría de los que terminamos nuestros estudios en ilustración, Bellas Artes o diseño hace tiempo, el portafolio era un mero contenedor de todo lo que se nos había ocurrido hacer hasta entonces, bocetos del sketchbook, ejercicios de clase… Básicamente porque nadie nos explicó bien lo que realmente era un portafolio. Y en muchos casos, muchos de nosotros tardamos bastante tiempo en comprender lo que debía ser o no ser un portafolio, otros nunca lo entendieron.

Por suerte, en estos momentos cuando se estudia ilustración ya se explica bastante mejor cómo debe ser un buen portafolio, el problema es que la mayoría de los estudiantes, totalmente colocados con la vida de estudiante con onda artística-bohemia y sin pensar en el futuro, no quieren escucharlo ni hacer caso. Aunque en realidad, la verdadera razón por la que a pesar de las advertencias el 99% sigue cayendo en el mismo error es porque en general somos bastante vagos.

Sí, somos vagos. Y yo también lo fui en su momento. Os explico a qué me refiero: En el fondo, una parte de mi siempre intuyó que mi portafolio profesional no podía ser la suma de todas las cosas que se me ocurría hacer cuando estaba en Bellas Artes. Básicamente porque las hacía sin intención, sin buscarles un contexto, sin esperar que contaran nada. Notaba una gran diferencia entre lo que veía en los portafolios de aquellos profesionales a los que admiraba y lo mío, pero tampoco sabía qué tenía que hacer para que mi trabajo contara, para que tuviera contexto, para que estuviera bien presentado, para que demostrara que podía ser una buena profesional… Y fui vaga al preferir ignorar el tema y seguir haciendo lo que me daba la gana, en vez de salir de mi zona de comfort y reconocer que tenía que aprender, investigar y trabajar más para crear un portafolio de verdad con un nivel decente.  

Para que el camino hacia el éxito sea lo más rápido posible, hay que evitar atajar. Parece una contradicción, pero no lo es. Hay que ser analíticos y realistas. Es mejor pararse a investigar mucho, aprender, consultar, analizar… y dar los pasos en la dirección correcta siendo constantes. En la ilustración no existen los atajos. Caminar o correr sin tener claro hacia dónde o para qué vas no sirve de nada. Al final siempre te pierdes y te toca dar marcha atrás. Así que con el portafolio, mejor entender desde el principio que es el escaparate de nuestra tienda, y nosotros somos los responsables de poner lo que se va a mostrar dentro del escaparate, y también de diseñar el propio escaparate para que lo que hay dentro se vea lo mejor posible. Así que, qué prefieres… ¿Un escaparate feo, baratero, cutre, con un montón de cosas de todo tipo amontonadas de cualquier manera, sin ton ni son, o un escaparate de calidad, de diseño, con buen gusto, elegante, amplio y donde todo se ve bien, con objetos cuidados y pensados para una necesidad en específico? Creo que todos elegiríamos la segunda opción sin pensar.

Y por último y más importante, lo que mostremos para vendernos como ilustradores, siempre ha de ser lo mejor que tengamos. Y si creemos que lo que tenemos no es suficiente, pues habrá que crear algo nuevo a propósito. Sin miedo. Mejor reconocer el tema cuanto antes y ponerse manos a la obra. Que de elogios de la familia por desgracia no se vive…

NO QUERER ASUMIR QUE SER ILUSTRADOR PROFESIONAL SIGNIFICA QUE NO PODEMOS PASARNOS TODO EL DÍA DIBUJANDO

Este es el cambio de chip que más cuesta y el error que más frena a los que quieren convertirse en ilustradores profesionales. El primer paso para empezar a serlo es entender que para vivir de la ilustración no solo tienes que dedicarte a hacer ilustraciones. Después de muchos años investigando y conociendo la realidad de muchos ilustradores que comen de esto, puedo decir con seguridad que de media, dibujan y crean el 50-60% de su tiempo de trabajo y el otro 40-50% lo dedican a todas las cuestiones relacionadas con su empresa. Porque nosotros como ilustradores freelance somos una empresa uni-personal. Y como empresa hay que dedicar tiempo a las cuestiones promocionales, de venta, a la fiscalidad y la contabilidad, a las cuestiones legales, a hacer networking, a entender el funcionamiento de nuestro sector, a conocer las tendencias, la oferta y la demanda… en definitiva, a la gestión de la empresa. Y sino prestamos atención a todo esto y nos empeñamos en mantener una actitud de artista bohemio obsesionado solo con pintar y dibujar, os aseguro que no conseguiréis vivir de la ilustración.

De hecho, podéis empezar a fijaros si queréis, los ilustradores que mejor viven de la ilustración no son siempre los que mejor ilustran o son más virtuosos o talentosos. Los que viven y comen de esto son los que han entendido que un trabajo de calidad (no necesariamente de la mejor calidad) junto a una actitud profesional y responsable y una buena gestión de su empresa son las claves del éxito y lo que buscan los grandes clientes, es decir, los editores, directores de arte, agentes, etc.

Y si tras leer esto estás pensando “vaya mierda, pues yo no quiero dedicar mi tiempo a eso…” entonces quizás deberías buscar curro en una empresa en vez de intentarlo como freelance o dedicarte a ilustrar y dibujar por afición. No hay nada mejor que conocerse a uno mismo y hacerse las preguntas adecuadas para tener claro si serás capaz de dedicarse a esto o de si realmente es lo que quieres. Esta profesión tiene poco de romántica, requiere de mucho esfuerzo y constancia y de hacer cosas que quizás no nos apetecen, como pasa en cualquier curro. Suena duro, pero mejor darse cuenta cuánto antes.

Para concluir me gustaría explicar porqué he sido dura al escribir sobre estos temas…

Os aseguro que mi objetivo es noble y el cubo de agua fría es con la mejor de las intenciones…  😉 

Espero que al leer este artículo y detectar qué errores estáis cometiendo (mejor que mejor si no habéis detectado ninguno), podáis buscar soluciones y seguir creciendo como profesionales con más rapidez. ¡Ojalá cuando yo empecé alguien me hubiera explicado esto y me hubiera dado un par de collejas para ponerme las pilas! Me habría ahorrado años de chascos, frustración, malentendidos, tristeza, etc.

Ahora solo os queda hacer una lista de lo que vais a cambiar y empezar poco a poco a hacerlo. Ya os he soplado cuál es la dirección correcta así que no tenéis excusa… ¡Adelante! ^_^

Salir de la versión móvil