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¿Cómo se presupuesta la ilustración didáctica?

Hoy toca hablar de precios y presupuestos para encargos de libro de texto así que este post puede ser un poco extenso, pero interesantísimo. Así que saca punta al lápiz para empezar a tomar notas sin parar. 

Lo primero que hay que tener claro es que si alguna editorial quiere contratar nuestros servicios como ilustradores no es por hacernos un favor, es porque piensa que nuestro trabajo va a ayudarles a vender más libros. Es decir: nuestro trabajo añade valor a la obra. Si no lo creyeran así, no nos llamarían a nosotros o directamente no contratarían ilustración.

Otro punto a tener en cuenta es que somos profesionales especializados, porque nuestro trabajo es único. Ninguna otra persona, aún siendo ilustrador/a, va a poder hacer el trabajo como lo hacemos nosotros. Nuestra obra es única y por tanto debemos cobrar en relación a esto.

Teniendo claros estos dos puntos hay que añadir que el ser principiante no implica tener que cobrar menos. El “precio” que paga el principiante es el tiempo, ya que su inexperiencia le hará tardar más en realizar los encargos o cometer más errores y tener más correcciones. Por lo tanto, a efectos prácticos, esto le implica que en la relación tiempo/dinero sea donde pague esa inexperiencia que con el tiempo se corrige y normaliza.

Es por esto que, precisamente, los precios de las ilustraciones se ajustan más por el espacio que ocupan las mismas que por el tiempo que un dibujante puede tardar en hacerlas, aunque siempre hay que tener en cuenta el grado de complejidad de las ilustraciones, como agravante.

A la hora de realizar nuestra actividad profesional hay que tener en cuenta los gastos mínimos que tenemos como empresa unipersonal: luz, gastos de material, gastos de autónomos, alquiler del local (aunque solo sea una parte de nuestra casa, también es un gasto), desgaste de equipo, tiempo de secretaría (mails, mantenimiento web…), etc… Es decir, ponernos a trabajar nos cuesta dinero así que hay que cobrar lo justo para, al menos, cubrir ese gasto y sacar una ganacia.

Al igual que hay un gasto mínimo económico a la hora de ponernos a trabajar, también hay un esfuerzo intelectual para pensar las ilustraciones, que se mide en tiempo y que hay que sumar al tiempo de ejecución de la ilustración.

Llegados a este punto, seguro que estás pensando: “¡Qué pesao! ¿Hay que medirlo todo tanto?” Jejeje. No, no es cuestión de medirlo, es cuestión de ser conscientes de lo que hacemos con nuestros “dibujitos” para una empresa que solicita nuestros servicios. Esos “dibujitos” son nuestro trabajo y requieren más esfuerzo del que a priori pudiera parecer y del que no nos damos cuenta porque no estamos acostumbrados a pensar en ello.

Tener en cuenta todo esto es fundamental para negociar (yo tarde 6 años y unas cuantas sesiones de coaching en aprenderlo) ya que cualquier contrato o presupuesto es discutible y revisable. Al final es un acuerdo entre dos empresas: la que contrata el servicio y la que lo da. Sí, somos una empresa unipersonal que ofrece servicios de comunicación visual. Esto hay que tatuárselo en el cerebro para poder negociar de tú a tú con cualquier otra empresa. Eso sí, siempre con buenos modales, diplomacia y abriendo el campo de las posibilidades… Pero esto es otro capítulo, el tema de la negociación daría para un seminario a parte.

Y ya llegamos al último apartado: Precios ¡Por fin!

Yo trabajo con una “regleta” de precios (remarco que son mis precios, cada uno debe poner el valor a su trabajo) diferenciados en si es color, línea (blanco y negro puro) o bitono.

Hay que aclarar que el tema color/escala de grises, no nos beneficia en tiempos y/o gastos a los dibujantes, menos todavía con el trabajo digital. Los que se benefician en costes son las editoriales, ya que al utilizar solo una tinta, la negra, en vez de dos o cuatro la impresión es más barata. Todo esto no afecta a la realización de la imagen, de hecho, en ocasiones, es incluso más difícil que hacer una ilustración en escala de grises que con color porque hay que ajustar muy bien el contraste y la composición, cuestión que se disimula muy bien con el color. Por esta cuestión las ilustraciones realizadas en escala de grises yo la englobo dentro del apartado de color, color, con tonos de gris.
Otra cuestión diferente es el dibujo solo a línea o en bitono, que aunque tiene su dificultad, es mucho menos laborioso que el realizado en color o escala de grises.

Como decía, tengo mi regleta de precios (debo mencionar que son precios congelados desde 2009 a causa de la crisis) y aquí os comento la de color, que es la más alta. La tengo organizada como hacen las revistas para cobrar por la publicidad, dividida en 1/16, 1/8, 1/4, 1/3, 1/2, 1 pg., 3/4 pg. doble y 1 página doble. De esta manera me sirve para cualquier formato de impresión.

Para ilustraciones a color parto de un mínimo de 25€ por ilustraciones simples sin detalle, tipo icono, con colores planos (uno o dos máx.) y un tamaño mínimo, por debajo de la mitad de 1/16. El 1/16 lo pongo en 35€ y es mi mínimo para cualquier ilustración pequeña y más o menos sencilla. A partir de aquí hago el calculo proporcional según los tamaños y ajusto el precio dependiendo de la complejidad de la imagen pero marcado siempre por el mínimo, aunque voy ajustando el precio mínimo, inversamente proporcional, según se incrementa el tamaño (no tengo norma numérica para esto. Ejemplo: Ilustración normal de 1/8= 60€; 1/4 de página= 80 €; 1/2= 150€ … Si la imagen es más compleja como un ciclo del agua donde hay que dibujar campos, ciudades, mares, montañas, etc. o una batalla entre romanos y hordas bárbaras, se incrementa ese precio mínimo según las cantidad de detalle exigido.

Los dibujos a línea y bitono si que van con una tarifa más económica porque el tiempo utilizado en su realización disminuye realmente.

ASESORAMIENTO PERSONALIZADO

¿Se te acumulan las dudas sobre la profesión? ¿Necesitas pedir feedback? ¿Tienes un encargo y no sabes presupuestarlo? ¡Podemos ayudarte!

La práctica habitual en las editoriales españolas es la de decirte ellos el presupuesto sobre el que vas a realizar tu trabajo. Para que lo entendáis es como contratar a un fontanero para que te haga el trabajo por un presupuesto que tu tienes asignado para esa obra. Si el precio es demasiado bajo para un trabajo de calidad, el fontanero puede decir que no te hace el trabajo o te lo hace con los materiales más baratos que pueda encontrar y sin cuidar los detalles y lo más rápido que pueda.

Bueno, en nuestra profesión es parecido. Si consideramos que es demasiado poco, podemos decir elegantemente que no nos interesa o realizar un trabajo de calidad ajustada a ese presupuesto. Hay profesionales, muy buenos, que son capaces de hacer esta última opción. Yo no puedo, así que recurro a la tercera vía: la negociación, presentando un presupuesto propio y ajustado, una vez examinadas las características del encargo. Todas las opciones son válidas pero hay que tener cuidado con no bajarse los pantalones y dejar muy clara la calidad que se ofrece a cambio del dinero pactado.

También conviene hablar con la editorial del tema del contrato (nadie puede publicar nuestra obra sin nuestro consentimiento por escrito, aunque si hay un pago realizado y aceptado por un encargo, aunque no haya contrato escrito, se da como válido el hecho de aceptar el cobro) y de las fechas de pago. En la mayoría de los países es la empresa que realiza el trabajo la que pone las fechas de pago al cliente (en nuestro caso sería la editorial) con un plazo de 15 días. En España existe la mala costumbre de que es el más grande el que impone las condiciones y así, las fechas de pago, se pueden alargar hasta los 90 días.

Todo esto sería para verlo en capítulo a parte. El tema de los contratos da para mucho, pues la mayoría de los que nos hacen firmar las editoriales está fuera de la legalidad, por poner condiciones que se saltan la ley de la Propiedad Intelectual con un montón de clausulas abusivas. De momento es lo que hay: La ley del más fuerte, pero si todos hacemos piña y razón común las cosas pueden cambiar para mejor.

Empecemos por informarnos en las diferentes asociaciones de ilustradores profesionales y ser conscientes del valor de nuestra creatividad.

Y hasta aquí llegó el tema por hoy. Es un tema del que habría que hablar mucho y tendido.

*Artículo e ilustraciones por Saeta Hernando. www.artesaeta.com

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